jueves, 31 de mayo de 2012

Fgasa


Cada vez que uno se mete en un paquete nuevo es bueno dar algunas explicaciones. Estoy convencida que mi familia y más cercanos amigos no tienen idea de qué estoy haciendo aquí. A decir verdad yo a veces tampoco estoy tan segura, pero lo mío es más por motivos existenciales a largo plazo.


Mi trabajo soñado es el de rehabilitador de fauna/animales salvajes. Pero como dicen los Shangaan que lo ven claramente en las ramas del árbol Phasa Mala, el camino de la vida nunca es derecho, va siempre en zigzag pero siempre hacia delante (al menos eso). Yo estoy tomando un desvío. Un desvío que me lleva a FGASA.

The Field Guide Association of Southern Africa (FGASA) es el paquete en el que me metí. Ésta asociación “sin” fines de lucro es la que rige el estándar de calidad de todos los rangers o personas que deseen dedicarse a vivir llevando a gente en safaris, sea en carro a pie. Dentro de ésta asociación hay unas quinientas calificaciones diferentes que pueden obtenerse, presentando exámenes teóricos y prácticos. Lo exámenes teóricos están llenos de desperdicio de memoria ram, mientras que el conocimiento práctico es el que me va a salvar cuando me tropiece con una manada de elefantes. Lo siento, le perdí el respeto a la educación formal y teórica luego de ver lo que la universidad fue capaz de hacerme.

Durante 6 meses el plan es obtener ciertas calificaciones claves para que alguien me quiera contratar en éste país y me deje vivir un estilo de vida del que me he enamorado, cerca de seres que no han logrado dejar de maravillarme. Para lograrlo estoy en clases de la sabana. Todos los días, por 6 semanas seguidas, salimos a las 7am a manejar. En las mañanas aprendemos de huellas y de cómo rastrear a un animal, después aprendemos de árboles y pájaros (¡puaj!) y después de mamíferos. A medida que las semanas pasan, la presión por aprendernos los caminos es mucho mayor (100km de camino, solamente), tengo clases sobre animales en específico y exámenes que pasar, tengo que aprender a hacer un discurso explicativo sobre lo que sea en inglés – cosa que se complica cuando hay 8 voces de idiomas distintos en mi cabeza. Las primeras 3 semanas no logré dormir. Me levantaba a las 2-3-4am, desvelada. La teoría de Astrida es que mi cerebro está sufriendo una sobredosis de conocimiento y aprendizaje. Seis semanas después estoy tan cansada que no hay información que logre desvelarme.

Yo quiero ser un nivel uno por lo tanto a niveles de “status”, al ser un trainee (wannabe) ranger soy lo más bajo en la escala. Presento mi examen en Julio. Deséenme suerte.

Aparte de mi entrenamiento de ranger, después de ganar confianza y perder todo el respeto, Allan –mi “mentor”- decidió ofrecerme un curso especial, sólo para mí. Este curso debería hacer toda la diferencia en mi vida. Según él, estoy completamente loca por lo que no hay hombre sano que pueda casarse conmigo. A pesar de haberle contado que mi exnovio puso sobre la mesa alguna vez esto y propuso, Allan no me cree. Yo necesito un curso para convertime en un "catch". Peleo por todo, rebato lo que no me convence por lo que sería una terrible esposa, no hago buen café y hablo demasiado. La misión de Allan es ahora pues, recibir en algún momento, una carta de agradecimiento de mi (pobre) futuro esposo, por haberme entrenado y haberme hecho más soportable, más callada y con mejor café.
Yo me río.

Yo estoy en la cima de la montaña ya.


2012.



“Wow, tu verdad quieres quedarte allá no?”.
“Sí, creo que sí. Allá tienen rinocerontes”.

Hace más de 2 meses, ese fue el resultado de mi conversación con Isabel en una de esas míticas citas -generalmente los miércoles- para comer tequeños y tomarnos unas cervezas. Después de unos 4 meses de una vida caraqueña vacía -pero con café exquisito- decidí inscribirme en un curso de Field Guide, en un Lodge en el área de Sabi Sands (Sudáfrica), al otro lado del río del Parque Nacional Kruger. El precio a pagar son 6 meses de café instantáneo.

A Caracas la amo con una pasión infinita, pero África me grita de tal manera que no logro sofocarla. Di gracias infinitas por mis papás y mi grupo de apoyo, y me lancé nuevamente en ésta aventura. No sabía si había tomado la decisión correcta hasta que alguien me preguntó: tu nunca puedes dejar de sonreír ¿no?.

Para recibir el 2011 me monté con dos amigas en el muro más alto que conseguí, porque esto traería buena suerte. Me llené de optimismo. Comí lentejas. Me puse pantaletas amarillas el primero de Enero. Cualquier receta para la buena suerte, la apliqué. El 2010 fue un año del que no volveré a hablar. El 2011 fue sin duda mucho mejor, pero dejó heridas muy profundas. Quizás el 2012 sea mi año, después de todo, podemos ser superticiosos y pensar que irá bien pues empezó en Abril, en la primavera, simbolizando que lo difícil quedó atrás en el invierno, para dar pasó a un renacer del camino. En todo caso, prefiero pensar esto así y esocger mi superstición, que pensar algo apocaliptico en cuanto el pez beta que me regalaron en mi cumpleaños - a quién llamamos 2012- se murió.

Ayer, un día de Mayo, me mandó una señal en un email de cinex.

Hoy, me siento infinitamente llena.