sábado, 21 de julio de 2012

Jessie.

27-06-1980 a 19-07-2012.

La tecnología tiene una forma rápida, práctica y extremadamente cruel de darnos noticias. Ayer supe por facebook que Jessie murió. Cuando Erin nos escribió para decirnos, no me lo creí. No puede ser, yo hablé con ella hace pocos días. No es verdad. Su perfil de facebook, el post de su esposo afirmaba que Jessie “passed away on the 19th of July 2012” a sus 30 años recién cumplidos. I feel horrific dijo Erin. This is shit dije yo. I cannot relieve it dijo Laura. Yo lloré. Volví a llorar. Tenía una sospecha inminente de la causa de su muerte. Volví a llorar. Dije que no era verdad. Vi facebook y lloré un poco más. No es verdad.

Poco después lo supe, Jessie murió de una sobredosis de heroína. "How could you be so fucking stupid Jess?!" – fue lo primero que pasó por mi cabeza. De haberla tenido en frente le habría metido un puño, cuando la vuelva a ver, lo haré.

Aquí, en ésta industria conoces a la gente de modo diferente. Puede que no sepas cuantos hermanos tienen,  quien fue el primer novio, qué tipo de película le gustan, pero aprendes a conocerlos en términos humanos. Sabes exactamente qué es lo que apasiona a cada personas, cómo toman el café cada mañana, que detestan y cuando pierden la paciencia. De unos pocos, con quienes el destino decide, compartes historias en el silencio de la sabana, en esas noches absurdas en las que bajas la guardia y decides compartir con alguien ofreciendo un hombro y sin juzgar, porque todos tenemos nuestros fantasmas. Una compresión y un entendimiento que va un poco más allá.

Cuando Jessie me contó su historia un domingo de sol, yo le dije que la iba a escribir. Ella se rió y me dijo que nos haríamos millonarias. Nunca llegaré a escribirla como lo planeamos pero vale la pena al menos intentar compartir la lección que aprendí. No juzgues a las personas por lo de afuera. Hay mucho más que a veces determina quiénes somos y cómo actuamos y a veces - sólo a veces- está completamente fuera del alcance de nuestra manos.

A los 5 años Jessie perdió a su mamá por una sobredosis de heroína, en algún lugar en los barrios de Philadelphia.  Su papá – una figura ausente durante casi toda su vida – la relegó al cuidado de su abuela quien tenía una tienda donde vendían peces. Desde temprana edad Jessie trabajó en la tienda, llegando a detestarla más que a nada en su infancia. A los 12 años, un tío que nunca había conocido, la violó. Cuando le contó a su abuela, ella le cayó a golpes y le dijo que era una mentirosa.

A los 16 años Jessie se escapó de su casa y vivió en las calles con un novio que la llevó al mundo de la heroína. Cuando se acabó el dinero, empezó a vender su cuerpo para tener dinero para comprar más heroína y comer. Su vida siguió delante de éste modo por un par de años.

En una de esas noches locas, uno de sus clientes/dealers trató de estrangularla. De alguna manera Jessie logró escaparse saltando por una ventana, rompiéndose una pierna. Ella cree que haberse roto la pierna fue lo que la salvó porque causó tal estruendo que los vecinos llamaron a la policía.

A los 22 años conoció al que sería su esposo: David - uncle Dave para nosotros. Un hombre rico y bien educado del doble de su edad. Cómo se conocieron fue algo que Jessie nunca me contó pero tengo una idea de cómo pudo haber sido. Dave decidió salvarla y se dio cuenta que cuando Jessie trabajaba en el refugio de animales  cuidando a los huérfanos, se drogaba menos pues invertía todo su tiempo y energía en esto, especialmente en cuanto a felinos se trataba. La situación mejoró y Jessie se mudó a vivir con David y eventualmente se enroló en la universidad de Arizona para estudiar Animal Physiology and Behavior – carrera que estaba por terminar este año. A los 6 años de haberse conocido, Dave fue obligatoriamente transferido a Omán, por lo que él y Jessie decidieron casarse en una ceremonia en la playa, en donde Pixie –su chihuaha- llevó los anillos.  En Omán, un país musulmán bastante tradicional, Jessie no se encontró a gusto por lo que decidió ir a diferentes voluntariados con animales en Sudáfrica para expandir su experiencia laboral. Así fue como nos conocimos en Abril del 2011.

Cuando la conocí me pareció una persona simpática pero demasiado gritona, muy gringa. Cuando supe que se estaba acostando con el novio de una de mis amigas, preferí no meterme y ocuparme de mis asuntos. Un día entre risas le dije que yo sabía y me dijo que se sentía aliviada “I really like you but I didn’t know how you would take it”. En una situación absurda, Jessie y yo empezamos una extraña amistad. En cuanto a él, es uno de los seres humanos más asquerosos que he conocido en mi vida que jamás ha tenido un mínimo de influencia positiva en nadie, pero esa es otra historia. Jessie y yo nos fuimos haciendo cada vez más amigas, nos refugiamos en mentalidades similares y más calidas, en contraste a la de las escocesas que trabajaban con nosotras.

Poco a poco sin embargo, a medida que  nuestra relación crecía y pasaba el tiempo, Jessie se alejaba más y más de su esposo. Me decía que no sabía que quería. No entendía como había pasado de estar completamente enamorada y querer tener hijos con él, a haberse desenamorado de esa manera, de querer disfrutar su vida y satisfacer sus necesidades con gente más joven que “uncle” Dave. Así empezaron los problemas. Jessie, se refugió en los animales, sexo y alcohol para llenar un vacío. Solíamos echar broma y decir que ella era mi “reckless little sister”. Ella sabía que yo estaba ahí para atajarla.

Durante 6 años Jessie peleó contra su adicción. Para los heroinómanos rehabilitarse es un poco más complicado por las propiedades particulares de la heroína, y porque las terapias de sustitución crean una fuerte dependencia psicológica. Cuando se tomó su última dosis de metanfetamina (usada como droga de sustitución para su rehabilitación) fuimos a Ambris – el bar de la cebra- a celebrar el comienzo de su vida libre. Seis meses después, después de regresar de vacaciones de los EEUU me confesó que se había inyectado otra vez. Le pegué un puño. “Why?” “I was just curious” “Of?” “How it would feel again” “How was it?” “Just as good as I remembered it” “Oh fucks sake Jess. Do NOT go down that path again” “I won’t, I promise”.

Después de haber hablado con ella me dijo que la heroína la anulaba, la ponía en un estado eufórico como nada lo había logrado, nada importaba porque estaba feliz. Decía que era una sensación increíble, la mejor sensación del mundo. Laura – nuestra amiga farmaceuta- era muy escéptica, en su experiencia con heroinómanos, estos nunca lograban rehabilitarse definitivamente. Yo le decía que ella era una pesimista.

Jessie fue una persona controversial por su liberalidad y libertinaje, era una de esas personas que ó amabas ó detestabas. Para mí, Jessie fue mi hermana la mayoría del tiempo que trabajamos juntas. Fue una amiga inesperada en un sitio en que la necesitaba. La única amiga en la que pude confiar durante mucho tiempo. Nuestra relación no fue sólo de amor, hubo súper altos y muy profundos bajos como en todas las cosas que son reales y verdaderas, sin embargo, lo bueno sobrepasó lo malo. Esto es lo que importa. Por este motivo, al cerrar los ojos, aún nos veo en su carro chueco, escuchando música de un blackberry, ventanas abajo, yendo a KFC en Acornhoek, riéndonos y planeando el resto de nuestra vidas trabajando con animales.

Como ella solía decir: I’ll miss the fuck outta you.