jueves, 8 de noviembre de 2012

Historia de un suicidio.


Los seres humanos somos muy arrogantes. Nos encantan pensar que nadie siente tan profundamente como nosotros, que nada ni nadie es capaz de ingeniárselas como nosotros para sobrevivir y que nada ni nadie sino el homo sapiens sapiens es capaz de decidir poner fin a su miseria.

Pues bien, ésta es la historia de Gerry, un camaleón. Gerry nació como cualquier camaleón: de su mamá. Sólo al nacer, Gerry ya sabía que para sobrevivir era indispensable para él ir a comer saltamontes y mosquitos, y agarrarse bien con la cola y las patas de los árboles. Dejarse caer al piso es un asunto muy riesgoso que ocurrió sólo aquella vez que Melinda, el águila del área, estaba a dieta y quería merendarse algo pequeño.

Un día de resplandeciente verano, con la lluvia torrencial podrida de 3 días, ocurrió lo inesperado, con sus ojos que se movían independientemente el uno del otro, buscando una presa fácil, ambos quedaron fijos en una sexy camaleona bien camuflada detrás de unas flores de acacia. Gerry no podía creer los colores y quedó petrificado ante tal belleza, volviéndose una mezcla de colores pasteles. Pésimo camuflaje de emociones para la ironía de ser camaleón.

El amor de Gerry y Bernardette floreció la siguiente primavera y después de un época de lluvia torrencial que habría de traer mucha comida para sus futuros camaleoncitos con Bernardette – su camaleona- algo terrible ocurrió. Bernie fue devorada por un malévolo pájaro (Hitchcock tenia razón) de una manera brutal, tan brutal que no queremos hablar de ella. Gerry decidió entonces que el mundo era demasiado cruel para seguir aquí. Basta de cambiar de color por afuera cuando por dentro uno se siente monocromático, después de todo ¿para qué vivir sin amor?

Fue así que Gerry – quizás de ascendencia japonesa- decidió poner fin a su vida por medio de un harakiri. Una acacia y sus espinas presentaron la oportunidad perfecta. Se agarró del tronco, se despidió de éste mundo cruel, respiro profundo y se clavó la daga en el corazón de sangre fría. El sol no habría de calentar más sus escamas pero su recuerdo momificado permanecerá aquí mucho tiempo.

Adiós Gerry. Te extrañaremos!


Esa es mi versión. La realidad es un poco más aburrida.Todo depende del punto de vista, de dejar volar nuestra imaginación. El misterio de Gerry el camaleón, vivirá por siempre y aún cuando los motivos de su muerte son menos novelescos y más dramáticos (y seguro llevan a los ociosos a pensar que no tengo nada mejor que hacer que estar deprimida), yo prefiero soñar con historias y mantener el secreto. Después de todo, ésta versión es más interesante.