viernes, 12 de julio de 2013

Kur ir Lauva?

Cuando mis primos eran pequeños, siempre jugamos el juego de “kur ir..?” (¿dónde está…? en letón). Había una variedad de respuestas y objetos pero la respuesta favorita de Lelle era: nav (nau). Nav equivale a no está, no hay, no se encuentra. Mis últimos días han sido así. Durante cuatro eternos días, que llegaron a una situación de absurdo, yo me recordé de Lelle cada vez que uno de mis huéspedes me preguntaba “where are the lions?”. Nav fue siempre la respuesta. No están. Se fueron. Hace frío. No les caemos bien. Son unos pajuos. No señor, no tienen dispositivo de GPS para nosotros encontrarlos fácil. Ah ¿es que no entendió? No hay. “Nav”.

En 3 días estos fueron los acontecimientos:

Día 1. Ni media cola de león en 7000 hectáreas. No lo intente.
Dia 2. Día nublado, los oigo rugir. Nadie me para bola porque soy niña. Me voy hasta el límite más al norte y los rugidos cada vez se acercan más. “Wuju! Van a venir por el río” pensé ingenuamente.  A los dos minutos se oyen un CLINGCLINGCLING (como ese de los triangulitos de metal). Los rangers de Mala Mala (otra propiedad) me los espantaron para que no siguieran al sur y se quedaran en su propiedad. Bastardos antiéticos tuvieron su merecido cuando el karma los agarro en pleno río Sand y se comió sus cauchos y los dejó bien pegados en el medio de la nada. A pesar de la pequeña satisfacción, me quedé sin leones. Milagrosamente, un poco mas al sur aparecen otros tres. Manejo como una desquiciada para verlos cruzar el río. Bueh, al menos vieron 3 leones y se creyeron que eran los que habíamos oído. ¡Viva la ingenuidad!
Día 3. En la propiedad de al lado hay leones por la mañana. Por protocolo y burocracia puedo tratar de ir a verlo sólo en la tarde. Cuando llego al sitio en la tarde “kur ir Lauva?” Nav. Otra vez, no están. Muy bien. Voy a caminarme toda ésta área, hoy los consigo. Los leones ese día, conjuraron todos los favores divinos y oh sorpresa, llovió. Llovió que me empapé. En invierno. Aquí NUNCA llueve en invierno. Es lo más inusual que pudiera pasar. No hay huellas, no hay león, hay pantalones mojados. Cómo dicen aquí: really?!. El cielo se ríe y me dice nav otra vez.

En el día 4 las cosas empezaron a mejorar a eso de las 430am, cuando me pare súbitamente. Están rugiendo. Asomo mi cabeza por la ventana. Centro-oeste. Ahí voy a ir a buscarlos cuando salga al safari. A la mañana siguiente todo cambia. Las huellas van al este. Me congelo manejando al lado del río en invierno. Las huellas siguen yendo al este. Cuando llego al este, van al norte. Ya sé cómo va a terminar esto. Entre 4 lo buscamos. Conseguimos huellas en el medio de la sabana. Noel, mi tracker levanta la cara, apunta a la huella y me dice “You see these tracks?” “Yeah, was he running?” “Yes”. Buena vaina, no sólo me llueve sino que el condenado además empieza a correr cuando estoy cerca de conseguirlo. Repito, “really?!”.  I’m done. Jódanse leones maricos (perdón pero de verdad los detesté). Continuo como si nada. Con toda la suerte del mundo, y después de haber perdido 2 horas de mi tiempo buscando un león invisible, alguien con más suerte que yo reporta en el radio que consiguió 7. Aleluya. A lion is a lion. Toda feliz voy derechito a verlos…dormir. No levantaron pero es que ni la cola. Menos mal que la emoción de ver a algún animal por primera vez borra todo, porque la verdad es que fue aburrido.

Al atardecer decido regresar. Cómo son animales nocturnos, al menos si voy más tarde puede que tengan las cabezas levantadas. Digo, un poco mas de acción sería útil. Al menos un ojo abierto. No estoy pidiendo mucho. Cuando nos aproximamos al sitio, nos da puesto otro ranger. Los leones se pararon y están caminando por la sabana. Esto de manejar en la noche entre árboles y demás es horrible pero al menos los vemos caminando un rato y después mis huéspedes se quedan todos contentos y no me las rompen más con el león y el GPS. Repentinamente, todo cambió. Las leonas se pararon en seco. Las colas empezaron a moverse de lado a lado. Todos los leones miran fijamente hacia el sur. Hay nubes, no hay luna. No sé que ven en la oscuridad de la noche. Ellas bajan la cabeza, corren lo más agachadas posible. Shit. They’re hunting. Mierda. No tengo como salir de aquí si viene un búfalo. Más allá empieza una conmoción. Escucho impalas volviéndose locos. Detectaron a las leonas. No se ve nada en esta oscuridad. Los leones se fueron corriendo. No los vemos. Hay algo que se acerca. Viene corriendo directo hacia mí. Se oye la hierba que se quiebra. (Mierda). Dos impalas vienen a toda velocidad hacia donde estoy. Me esquivan de milagro. Los leones ¿dónde están las leonas?. Levanto la mirada. Los busco con la luz de la linterna de Noel. There! Ahead of us. Vemos a una hembra tumbar a una impala que se quedó atrás. Por el cuello, directo pal piso. En un espacio de 30 segundos los otros 6 vinieron a pelear por su pedazo de carne. Se olía la sangre caliente. Se olían los contenidos estomacales. Se escuchaban los huesos crujir. (Mierda). Los leones se pelean todos mientras devoran al impala. Mi compañero ranger se aleja. Todos esto pasó en menos de un minuto. Él no sabe que pasó. “Syd! come around this side. They’ve bambad a mala”. Syd dio la vuelta, y esto fue lo que vimos:



El impala duró aproximadamente 3m46s. Y así, por primera vez en un año, luego de incontables veces en la que vi a los leones equivocarse, los vi lograrlo.


Fue arrechísimo.

sábado, 6 de julio de 2013

Miau grande, miau pequeño.

Todos sabemos que los leopardos no son mis favoritos. No porque sean feos, o chimbos o poco entretenidos de ver. Mi problema es que la gente que cree que sus leopardos son sus favoritos me obstina, y que además ellos se las tiran de “animal solitario, nocturno y elusivo”. Ta fácil ¿no?.

A pesar de todo esto, hay 2 leopardos a quienes amo. Sí, leyeron bien, amo. Ellas son Scotia y su cachorra. Desde la primera vez que la vimos en febrero, sólo la he visto con su cachorro un par de veces más. Por algún motivo u otro transcurre mucho tiempo entre cada uno de nuestros encuentros. Creo que es porque nos caemos bien y sabemos que el amor permanece.
La cachorra ya aprende. Al principio, supongo que para ella fue horrible vernos, a pesar de que mi corazón la quiso inmediatamente. Cada vez que alguien la veía, su cara de terror era única. Poco a poco, después del esfuerzo y paciencia, la hija de Scotia no nos para ni media bola. Cada tanto, cuando viene el huésped que se las da del que sabe la movida y preguntan “Do you know this leopard?” Yo siempre respondo: “Yes, she’s our little super star”.

Así fuimos progresando. Durante meses, sólo una land rover a la vez y nada de verla de noche. Seis meses después, a eso de 8 meses de edad, la pequeña hija de Scotia puede ser vista de noche y sin su mamá. Esto es algo asi como la lotería.  Tan joven y tan fotogénica, nos hace la vida más simple.


“Can you see the leopard up there, on top of the rock?” Menos mal que para la gente que nunca ha visto un leopardo, ver la silueta a contraluz al atardecer, basta. Un leopardo mal visto sigue siendo un leopardo. “Oh my god there’s a cub there!” gritan los huéspedes emocionados. “Es por eso que te amo” - pienso mientras veo a la pequeña enana pasar al lado de mi land rover, en camino a escalar las rocas para llegar a ver y jugar con su mamá.

En uno de esos encuentro nocturnos, justo en las afueras del lodge, Scotia y su hija habían encaramado un venadito que se estaban comiendo. Después de mucho esfuerzo y de 2 días comiendo, la enana metió la pata y se le cayó el venado para el piso. Las hienas, más oportunista que nadie, estaban en las cercanías a la espera de este preciso momento. Se robaron la comida y luego empezaron a aterrorizar a madre e hija. Bueno, madre, la hija se siente muy valiente a veces y nos da ulceras. En esta ocasión, sintiéndose valiente por la luz del foco, decidió acercarse mucho a las hienas, quienes rondaban el árbol. Hienas y leopardos no se llevan bien; si hay oportunidad de deshacerse de un leopardo y tener uno menos en el mundo, tengan por seguro que las hienas prueban su suerte.  Cuando la vi bajando, y las hienas tan cerca mío, decidí que era hora de irme. Llame a JP por el radio y le explique la situación y decidimos “cerrar el sighting”.  Scotia y su cachorra tienen que lidiar con esa situación sin ayuda externa. Además, y más importante, yo no quería ser la razón o la culpable de la muerte de la bola de pelo más querida de todo el sur de Sabi Sand. No señor. Me fui. Pocos días después fueron vistas nuevamente, las dos vivas y coleando.


Pocos leopardos tienen un club de fans tan fieros, en barra, rogando que llegues a ser adulta. Todos queremos verte crecer durante los próximos dos años.