domingo, 19 de marzo de 2017

Escribir siempre ha sido un refugio, un lugar al que voy a esconderme de los demás y descargar lo que hay. Hace mucho que nadie me lee, pero hace poco que no escribo. Las palabras, los puntos y las comas siempre están ahí. Haciendo del todo un poco más dramático, un poco más de película siempre en mi cabeza, .


Las ironías de la vida son muchas. Hoy decidí que es hora de empezar nuevamente (Alberto me debes todos los cafés que quiera). Empiezo a escribir cuando me escribió alguien que tomó un lado hace mucho tiempo, hoy atraídos por lo logrado a pesar de todo. Empiezo a escribir cuando las primeras palabras tienen el mismo significado unos años después. Empiezo a escribir cuando las necesito otra vez.

Para los que quieran seguir las aventuras y releer algunas otras, hoy empezamos con un blog en inglés.

Para todos los que quieran (y quieran leer algo en el metro en el camino al trabajo):

www.aleolivieri.com

English is a new challenge but I've never been the one to back down.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Xovonekela.

Los leopardos son animales territoriales. Las hembras no comparten con hembras, y los machos se pelean con los machos. Nadie quiere compartir a menos que alguna relación consanguínea los obligue de alguna manera. En mi reserva las hembras son más simpáticas y hay más. A mi me caen mejor y pierdo menos tiempo con tonterías de macho. Es por esto que en mi vida sólo hay 2 leopardos de importancia: Xovonekela (sho-vo-ni-que-la) – Xovo para los panas- y Mandleve (Orejón) – el hermano menor de Scotia.  Xovo ha sido el macho dominante del Este por un par de años ya y al parecer no ha tomado muy bien la intrusión e imposición de Mandleve como “the next big thing”. Yo secretamente siempre le he ido a Mandleve, mi corazón siempre va a aquellos que tienen más probabilidades de tener que pelear más para ganar. Con Xovo nunca he tenido una relación especial. Como hasta la llegada de Mandleve había sido el único, pues nuestra relación era un puro “peor es nada”.

La leyenda cuenta que Xovo tiene una historia semi trágica. Nació y creció en el Norte antes de tropezarse por estas tierras e imponerse como el rey. Su madre murió cuando el y su hermano eran jóvenes y fue su abuela la que los adoptó. Eso dicen. Uno creería que alguien que el Universo salvó de tal manera, sería un poco más misericordioso. Aparentemente ese no es el caso. Esta historia, querido lector, es una historia sin final feliz.

A pesar de que Scotia y su cachorra tienen un gran pedazo de mi corazón, hace un año que otras 3 ocupan mi corazón: Outcrop y sus 2 cachorras. Cuando nos conocimos, nos tropezamos en mi camino preferido. Iba con una familia de 3 y de repente, viendo de lado, no fue una sola cola con manchas la que vi adentrándose a mi derecha, fueron 3. Jamás nos habíamos visto, pero ella fue una campeona. No se detuvo, pero tampoco se asustó. Mi corazón iba a mil. Ella estaba llevando a sus dos cachorras a comer. Yo estaba sola en el Oeste y había una selva entre nosotras. Yo les saqué fotos, mi corazón se derritió por aquellas bolas de pelo. Meses pasaron y no nos vimos más. Yo, como una tonta, volvía siempre al camino con la esperanza de tropezármelas. Su jardín era demasiado grande, nunca corrí con tal suerte. Hasta que un día, todo cambió. Enock las consiguió. Yo las fui a ver y me enamoré otra vez. Después de eso, ella se quedaron por la zona. Yo me las tropecé más veces. Manejé siempre por el camino de Kay cruzando los dedos, esperando tener suerte ese día y verlas. Me convencí que para verlas, tendría que ir al Oeste. La mayoría de las veces funcionó. Y de qué manera.


El domingo de Pascua Jono se consiguió a Xovo cerca del lodge. Mi mañana había sido bastante aburrida asi que ir a ver un leopardo podría hacer las cosas un poco mejores.

“Stations, Xovo’s got a bamba. A mampinpam ingwe bamba”.

Yo lo traduje al inglés:” Xovo’s got a kill. A Young leopard kill”
Mi cerebro no procesaba.
Tuve que traducirlo al español: “Xovo mató algo. Xovo mató a un cachorro de leopardo”.

Nono. Estas cosas no pasan. No puede ser. Algo no está bien. En el área había estado una leopardo con sus dos cachorros. La zona en la que el evento ocurrió era donde casi siempre veíamos a la hembra Wilson’s Pan – la mamá de Scotia – con sus dos cachorros. Una hembra y un macho. Xovo tenía que haber ido a por el macho. Era la única explicación plausible. El macho es futura competencia directa, la hembra no. Xovo mató a la hembra. No sólo la mató, la arrastró y la montó en un árbol, también intentó comérsela. El canibalismo no es algo común. No es la orden del día. Toda la situación fue inesperada. Insólita. Indeseada. Nada tenía sentido. Hay almas perturbadas, no importa la especie.

Nosotros tomamos fotos del cachorro. Había que tratar de identificarla, de demostrarle a Landon que estaba equivocado, que esa no era una de las cachorras de Outcrop. Al día siguiente del evento, la madre y la hermana volvieron a buscarla. La llamaron, la buscaron y trataron de bajarla del árbol. La cola rota de la leopardo bastó para confirmar lo que no queríamos admitir.

Dicen que los animales no son capaces de llorar a sus muertos, que no son capaces de tales emociones. Yo no sólo sé que lo hacen, yo los he llorado con ellos.



martes, 6 de mayo de 2014

Sobrevivir.

Los leones siguen siendo prolíficos. Pareciera que la consecuencia lógica y biológica de todas las andadas de las hembras dio frutos. Para ser más concretos dio 6 frutos. Hay 6 cachorros nuevos en la reserva. Siguiendo las tradiciones africanas, yo casi no los he visto. Es como un juego cruel del universo. A cualquier persona se le arruga el corazón al ver a esas bolas de pelo manchadas, pero a las niñas más. Como yo los quiero ver más que nadie, yo no los voy a poder encontrar…jamás. Un día, por una equivocación del universo, finalmente los conocí. Seis peludos. Enanos que derriten el corazón. Amor y gruñidos por todos lados, porque asi son los leones. Se quieren, pero con espacio.  


Después de esa vez, pasaron meses y nos lo vi más. Vino mi mamá y vimos la oreja de uno, así escondida entre la grama. Como con cualquier relación unilateral, poco a poco uno pierde el interés—y el amor. Pasaron semanas. Habían leones pero no leoncitos. Bah. Estúpidos. Haciéndome sentir como novia desesperada. Claro está que apenas tuve unos días libres, ellos los olieron. Ellos lo sabían. Volvieron. Ahí al ladito del camino. Jugando entre las piedras. Posando para las cámaras de los demás. Si ellos pueden yo también. Los ignoré y no fui. Decidí no consultar psiquiatras. Pelear con leones que no saben que existe es válido, no he perdido la cabeza. Es cosa de todos los días.

Inesperadamente, porque sabían que ya tenía una excusa válida, ellas cambiaron sus planes. Así como son las leonas, ellas decidieron que había llegado la hora de ir a buscar la cena (y todas las otras comidas con postre), y se fueron dejando a los cachorros escondidos entre las piedras. Son muy pequeños todavía para siquiera hacer el intento de ver qué tan rudas son sus mamás. Cuando las mamás trabajan, ellos se quedan en la guardería. Varios días.

“Claro que tienen que volver. Ya vas a ver que mañana están por ahí”.


Quinto día: “I’ve got visual of just one”.

Sexto día. La situación empeora.

“I checked their last position. Lots of hyena tracks in the area”.

Con este corto mensaje, un ranger sentenció todas nuestras esperanzas de volver a ver los cachorros. Después de casi una semana por su cuenta, la naturaleza había reclamado lo que prestó. Hienas en la zona solo puede significar una cosa: están muertos.

Es terrible como el corazón se te rompe un poco por el cariño que le tomas a individuos que realmente no son parte de tu vida, de la misma manera que sientes rencor porque no entiendes el por qué de las acciones de otros. Ser madre feroz se vuelve cada vez más incomprensible.

“Stations I’ve got nkonzo (huellas) of ngala and mantuana heading east”

“Duane sorry, go again with that update”. Hay huellas de leonas y cachorros. De todos. En el extremo opuesto de la reserva. Son al menos unos 12 km de distancia. No puede ser.

“ Stations, located this ngala on a bamba. 4 females and 6 cubs”.

Y así, de repente, la vida había vuelto. Las leonas no abandonaron a los cachorros a su suerte como habíamos creído. Las leonas estaban pasando por una mala racha, no lograban cazar nada. Ellas también tenían hambre. Cuando finalmente lograron cazar un antílope de agua, caminaron kilómetros de ida y de vuelta para ir a buscar a los cachorros y llevarlos a comer. El espectáculo fue al principio, un recordatorio de la vida en lo salvaje.

África es única. Impasible ante las grandes derrotas, pero también ante las grandes victorias. El ciclo de la vida en su más cruda y real expresión: para que alguien sobreviva, alguien tiene que morir. Todos tenemos una tarea y un destino que cumplir. Ninguna tarea es más importante que otra, ninguna es superflua. Aquí, todo encaja como un rompecabezas.

Durante días disfrutamos ver a los cachorros ponerse gorditos. Ver sus barrigas llenarse de carne, ponerse más tremendos y disfrutar al máximo de su madres. Life had never been so good.
Las leonas decidieron quedarse por el área, y dejar a los cachorros no tan lejos, mientras continuaban la búsqueda de comida. Poco se imaginaban que los 3 machos del sur habrían de volver e ir al Norte, buscando otras leonas solteras. Durante varios días hubo cierta tensión. Los leones estaban sobre el rastro de las hembras, pero ellas lograban esquivarlos y esconder a sus cachorros. Todo parecía ir bien. El peligro había terminado.

“Stations I’ve tracks for male lions going east. Seems like they were chasing zebras” – anunció Tristan por el radio.

“Wuju!” pensamos todos. Un poco de acción, huéspedes contentos. La mañana prometía ser entretenida (quizás no tanto para las zebras).

Minutos después:


“Stations I’ve located one of the mantuans (cachorros). Seems like these males got to it”.

Al ver a la cachorra tirada en medio del camino, respirando de manera extraña, la niña de 12 años le pregunta a Tristan:
“What’s wrong with it?”
“She’s busy dying” – respodió.

A los machos los conseguimos un poco más al sur. Todo aguantándonos las ganas de pisarlos con el carro. Parecía injusto que después de todo, este fuera el final.

Ella no sobrevivió; sus hermanos tampoco.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Boundary walk.


En la mayoría de los equipos de rangers existe siempre alguna clase de prueba que cualquier novato tiene que superar para ser considerado un ranger de verdad, para entrar en el equipo, para conquistar honor y gloria. En algunas reservas ésta prueba consiste en pasar todos los exámenes internos, en otras te sueltan en el monte y tienes que traer un impala de vuelta al lodge, usando sabiamente la única bala que te dan, y en otras, la prueba es a la paciencia y condiciones físicas. Seis meses más tarde de lo previsto, al haber cumplido mi primer año como ranger, mi jefe decidió que había llegado el momento de tratar de conquistar mi "name tag". Para conquistar dicho pedazo de plástico y metal, que va en mi camisa para que todo anglosajón piense que mi nombre es cerveza (léase “ale” en el idioma inglés), tengo que hacer un “boundary walk”. El tracker maneja a cierta distancia tuya y no puedes dejar que nadie te vea. Las reglas son simples, tienes que ser invisible. Visto desde un mapa, la cuestión suena bastante simple; caminar los cuatros caminos límites de la propiedad. A primera vista, esto no suena tan mal. Sólo tengo que recorrer 4 caminos. Cuatro caminos que determinan 4000 hectáreas. Cuatro caminos que van alrededor de toda la reserva. “Son sólo 4 caminos”. Mi mamá todavía se ríe. Son sólo 4 caminos que se traducen en  veintiocho kilómetros (ó más, no estamos seguros), o en 28.000 posibilidades de toparse con alguien o algo que probablemente no me quiera ahí. Veintocho kilómetros habrían entonces de recorrer estos pobres pies venezolanos en suelo sudafricano, sólo para conquistar algo básico y vital de todo ser humano: el propio nombre.
Cómo se preguntaba Shakespeare "what's in a name?. La verdad que para mí no mucho. Yo era muy feliz pasando de incógnito. “The girl ranger” era un nombre suficientemente bueno para mi. Que nadie supiera como se escribiera mi nombre me hacia sentir Batman, con una doble personalidad. Ale en Caracas, Allie en Sudáfrica.

Durante meses me tuvieron en psicoterrorismo de todo lo que podría pasarme al hacer mi caminata, al punto que, lo confieso, me daba un poco de terror enfrentarme a la sabana africana, yo sola, por tantas horas. El piscoterrorismo aprendí sin embargo, funciona mientras sea corto. Una vez que te lo alargan tanto la verdad es que solo te da fastidio tu próxima misión. Debe ser que por eso 007 tenía éxito. Le dicen qué hacer y va. No hay que pensarlo mucho. Por eso, después de pensarlo tanto, me aburrí y sólo quería salir de eso.

La caminata entonces empezó una mañana a eso de las 5:45am, después de que lograra robar un poco de fruta para comer en el camino. Poco sabía entonces que con una sola manzana habría sido suficiente. Una de las reglas consistía además en llevar 6 cervezas en el morral. Casualmente siempre que me toca a mí hacer algo, salen nuevas reglas y condiciones que “por suerte” a los demás nadie le dijo. Puede que yo no las haya llevado, puede que las haya dejado en el carro.

Al principio de mi caminata hay pánico, hasta que ojos, oídos y nariz se acostumbran y sumergen en el paisaje. Voy caminando felizmente. Esto va a ser bueno. El día está nublado. La temperatura está perfecta. Escucho leones. Deben estar en el camino paralelo a este. Veo hienas. ¡Ay! Los leones seguro se andan comiendo algo. Veo unas hienas. Cazzo. Escucho un carro. Salgo corriendo y me lanzo detrás de un árbolito. Es Kenneth. Ajá mijo, deja de hablar de las hienas y vete. Kenneth se va, vienen mas hienas. Una, dos, cuatro, diez. Epa. Lo que me faltaba que no seas los leones que me acechan sino las hienas. No tengo tiempo para esto. Me volteo y les lanzo una piedra. Adiós.
 
Veo unos monos. Veo los árboles moverse. Esos no son monos, escucho un familiar “THUMP”. Entre la pared de esta selva y yo hay un elefante. La verdad no me provoca quedarme a averiguarlo.  Camino por zonas que jamás había visto antes. Lugares bellísimos. Sigo caminando, evadiendo a más elefantes que parten las ramas de los árboles mientras comen.

Noel, mi tracker me llama por el radio.
“Allie, allie please come in”
“Standing by Noel”
“Nothing, just wanted to check if you were still alive”

Me senté a reírme. Hay que quererlo. Realmente preocupado por mi, me llama por el radio para asegurarse que esté viva. Noel está indignado con este “bullshit walk” que me mandaron a hacer. Él está arrecho. Él no quiere que yo lo haga. Él está tan arrecho que me sube el ánimo. Seguimos.

Hay algo exhilarante en los actos vandálicos que no tienen razón de ser. Sentir que rompemos todas las reglas y que jamás nadie lo sabrá, es delicioso. Esto sentí cuando me cambié a pantalones cortos en el medio del camino que nos divide con la otra reserva. No pretendo caminar con estos pantalones largo enchumbados ni un paso más. Jamás he sido nudista, pero rebelde sin causa, siempre.

Veinte minutos después de que Noel me diera la cola a través de una manada de elefantes que andaba en el camino (establecido en la reglas), llego al camino principal que compartimos con otros lodges. He aquí la situación. Si me ve alguien de otro lodge me sabe a real casabe, el nuestro bueno, me tiro al monte. Claro que tenia que pensar eso para escuchar un carro acercarse a toda velocidad. Me lanzo de clavado entre las acacias y me agacho. 30 segundos después pasa Dumay con sus huéspedes. Por favor que no vean hacia la derecha porque me cachan. Pasaron de largo. Uff. Me sentí como un leopardo. En esta jungla es bastante fácil. Continuemos. Me paro en el letreo del lodge. Son las 7:45. Voy por la mitad. Mierda me falta la otra mitad. Odio este camino. Esta estúpida caminata. Estoy aburrida. Tengo ampollas. Se me mojaron los zapatos y están llenos de granos de arena. Cuando llegue a la puerta principal me paro. Necesito sentarme. A las 820 tengo que llegar a esa puerta. Una vez que llegue ahí, los próximos 8km son en bajada. “Sho, I’ve never seen a strong mfazi like you” – dice Noel. Hay que quererlo más. No se si miente o no, pero su buen humor me da ánimos. Camino. Camino. Camino. Más elefantes. Me monto en el carro, los pasamos. Encontraron a los leones en el camino del río. Syd está preocupado. Todo el mundo ha llamado a Noel por el radio. No dejes que camine por ahí le dicen a Noel. Me bajo nuevamente y seguimos. Todo lo que veo son huellas de búfalos. No me encantan los búfalos. La hierba es más alta que yo. No veo nada. De verdad que no quiero tropezarme con un búfalo. Me tropiezo con un hipopótamo fuera del agua. Los dos corremos en direcciones opuestas. Sigo caminando. De aquí vinieron los leones. Veo las huellas de los leones que siguen a los búfalos. Ah bien, típico que me consigo un búfalo histérico porque los leones están tratando de comérselo.
Me tropiezo con más hipopótamos.

Finalmente me acerco al área donde creemos que están los leones. Me monto en el carro. Literalmente hay que fastidiarlos para que salgan del camino. Me habrían comido sin duda alguna. 20 minutos más y llego al lodge. Noel trata de llamarlos por el radio para decirles que estoy por llegar.

Llego al final. Al sitio donde la gente te espera para decirte que se acabó tu tortura. Llegó allí y… no hay nadie. Me duele un poco el corazón, hice la caminata porque a ellos se les antojó y ellos no estuvieron ahí para mi final. Sigo caminando al lodge. Sólo me queda llevar y dejar mi rifle. Es lo único que se interpone entre comida, una ducha y mi cama. En ese orden. Esto lo hice por mi. Por demostrarme a mi misma que sí soy arrecha, que una niña con un rifle es capaz de recorrer y sobrevivir a la sabana africana. Esperemos que no salga un búfalo en los últimos 20 metros.

Al primero que me tropiezo es a Ferdie. Ferdie que es como un papá viene corriendo. Agarra el rifle y me abraza.

“Well done!! It’s finished now, how are you feeling?”
“Finished haha”

Me ven bajando a la oficina. Syd bate una las cervezas que cautelosamente puede que haya vuelto a poner en mi bulto para evitarme problemas. Fondo blanco. Me dan mi nombre, me toman una foto. Después de la cerveza viene la champaña. Después de la champaña viene el banco cuando me acuesto porque todo da vueltas. Syd se apiada y me trae un sándwich. Le dejo la mitad. Le mando un mensaje a mis 3: se acabó, estoy viva. Necesito algo para las ampollas, buenas noches.

Casi 5 horas después terminé mi misión. La verdad me divertí. Me gustó estar a solas con la sabana. Solas las dos con nuestras tonterías y nuestro amor.

¿Viste papito? C’é l’ho fatta.


sábado, 30 de noviembre de 2013

Baby season.


En Mayo de cada año, la mayoría de los impalas se vuelven locos. Es como un gran festival, que incluye música propia y  en donde los adultos actúan como adolescentes. Es una gran fiesta porque las hembras entran en celo. Todas al mismo tiempo. Una locura ¿no?. La cantidad de hormonas que vuelan por el aire hace que todos los machos pierdan su concentración. No se soportan los unos a los otros. Se persiguen constantemente. Si pueden se apuñalan. Se arrechan por cualquier cosa. Sólo utilizan a as hembras para saciar su “sed”.  Sólo son machos, de la manera más instintiva y primordial de todas, con todas. La naturaleza que tan poco sabia es, recompensa a la paciencia de todas las hembras con un regalo único: coordinación. Todas las hembras, ya que se aparearon todas al mismo tiempo, van a tener todas a sus cachorros al mismo tiempo. Como recompensa por su esfuerzo y paciencia, siete meses después viene la época del año que yo tanto espero: baby season.  La época de los impalitas me encanta porque simplemente están por todos lados. Con sus cintillos negros, todos me recuerdan a Nana y hacen que se me alegre un poco el corazón.

Con las llegadas de las primeras lluvias, se empiezan a ver futuras madres, bien grandes y pesadas solas, solitas por ahí. Ese es uno de los primeros indicios, se acerca el momento. A mediados de Octubre de éste año, fue Tristan el que vio el primero. “If anybody is interested there is a manpinpan mala on Warthog Wallow”. Su madre. Me ganó. Poco a poco fue apareciendo así la nueva generación de la sabana. Yo vi el primero una semana más tarde que el resto de la gente, por supuesto. De ver unos pocos aquí y allá, en un par de semanas las llanuras se llenaron de enanos que saltan y brincan por ahí y que siempre te traen una sonrisa a la cara. Los impalitas. Una de mis épocas preferidas del año. Una de las pocas cualidades del verano. Sin embargo, no sólo yo espero con ansia la llegada de todos los nuevos pataslargas. Hay otros, más tenebrosos, que también esperan con ansia éste momento del año. Los leopardos. Acechan por las noches y no le dan ni tiempo a las madres de conocer a sus cervato, cuando se lo arrancan con sus garras.

En ésta época se gasta menos pero se come más. La naturaleza, sabia como siempre, le regala la coordinación a las futuras madres porque sabe que ésta es la única manera en la que algunos sobrevivan el primer año de vida y a la mirada vigilante de todos las gatos que esperan la noche para ir de cacería. Es así como de pasar a ver leopardos de vez en cuando con la barriga llena, los vemos más seguidos y se puede solo suponer que hubo impala para la cena. Scotia y su cachorra no son la excepción. Ellas la han pasado fenomenal las últimas semanas. En menos de 3 días les contamos 5 diferentes.  Queda la duda siempre, si la cachorra ya aprendió a hacerlo sola. Si ya cazó su primer impala. Sería un orgullo. Es una sensación extraña. Es el ciclo de la vida. Para que algo sobreviva, algo debe morir. Cruel, como la vida. Corta para muchos.