De remedios caseros se ha dicho
mucho. Hay quienes consideran que nada le gana a un brugesic o a un advil,
mientras hay quienes creen en cosas como la homeopatía. El remedio, básicamente,
depende de la idiosincrasia de cada quien. Un poco de chocolate para el alma,
té con jengibre y miel para la garganta, una cerveza fría pal ratón y un cuarto
oscuro para el dolor de cabeza.
La pregunta ahora es: ¿y para el
corazón? ¿qué se toma uno cuando le duele el corazón?.
Remedios caseros para este tipo
de dolor hay millones. Dependiendo del carácter de la persona a la que se
pregunta, los remedios pueden ir desde vudú hasta funerales imaginarios, de
viajes transatlánticos a un carro nuevo. Por esto lados, a mime gustaría
proponer una de las versiones más efectivas que yo he encontrado: buscar
elefantes. A veces es necesario salirse de todo panorama citadino y adentrarse
un poco en el mundo natural para sentirse mejor con los golpes que nos tira el universo.
Si es necesario, durante 1900km, hay que buscar elefantes. Lo comprobé
recientemente.
Acompañada de una amiga, mi
cámara y una ovolmatina que me trajo mi mamá, buscamos elefantes durante 5
días. ¿Por qué elefantes? Porque sólo un gigante es capaz de hacerte ver la
importancia de las cosas pequeñas, de lo importante que es pertenecer a un
grupo y por sobre todo, lo importante que es ser gentil.
A veces para el alma no hay nada
mejor que perderse en la naturaleza para volver a encontrar esa humildad y
capacidad de maravillarnos de las cosas más simples. Esa felicidad que te
llena, que te pone en un soundtrack en la cabeza y que te hace abrir los brazos
al viento, respirar profundo y darte cuenta que para ser feliz, no necesitas más.
A veces las palabras no son
suficientes, por eso, por esta vez, prefiero mostrarles.
(Nota: éste video jamás fue
pensado para ser subido a la web, no es de la mejor calidad ni edición, pero
cada vez que lo he visto se me llena el corazón. )