Cuando Kim Kardashian accedió a
llamar a su hija North West, yo pensé que mis leones no iban a poder competir jamás
con una noticia así. Es tan irreal y tan absurdo que pensé que habíamos
perdido. Poco me di cuenta en ese momento que las mejores novelas, son las que
están llenas de cambios insólitos en la trama, en la que aparecen y desaparecen
personajes sin que uno lo vea venir. Cambios y estupideces como llamar a un ser
humano “North West”, son los que mantienen la atención en el show, son los que
suben los ratings.
En mi sabana, a pesar de que
había vuelto el macho KNP la mitad de la Southern Pride seguía faltando.
Rumores llegaban por Facebook que 9 de nuestros leones se divertían por el
norte cazando búfalos y entreteniendo a otros turistas. “Volverán al lugar de
donde vinieron” era la creencia pesimista de todos. De la gran manada de 18
leones tendríamos que conformarnos con 7. Bueno, al final un turista solo quiere
ver un león, pero ver 18 leones tirados acostados, no es lo mismo que ver 7.
Durante más de 6
meses sobrevivimos con 7 leones, guiados por Floppy Ear, la leona más
inteligente y arrecha que he conocido. Floppy es una de los nuevos protagonistas
de mi historia. Su apodo “floppy” le llegó al tener una oreja caída, el cariño,
por ser la leona dominante de la manda del Sur. Sobre su vida sola podríamos
escribir una novela, pero como no me la sé, me quedo con los cuentos de la
realidad que son tan buenos que parecen inventados. Junto a Floppy y al vacío
de poder, llegaron del Sur 3 invitados más: the Hilda’s Rock Pride males. Tres
machos, hijos de familiares lejanos de the Southern Pride. Junto a ellos,
quienes se atrevieron a cruzar el rio en incontables ocasiones, y trajeron con
ellos 4 machos adolescentes, 2 cachorros y 2 hembras. Hilda’s Rock Pride sin
embargo, no se mudó definitivamente a nuestra área y siguió dividida entre
Kruger y Sabi Sand.
Así fue como durante semanas la
orden del día fue ver leones apareándose. En diferentes momentos todos, del
norte, del sur, de antaño y de cariño, mantuvieron unos cortos (muy cortos)
momento de pasión con alguna de las chicas del Southern Pride.
Fue Floppy quien, ante la llegada
de puras melenas nuevas, tomó la batuta y se apareó con cuanto macho pasara por
el área. Siguiendo su ejemplo, lo mismo hicieron sus hijas y hermanas. ¿Por
qué? No por putas. No señor. Ellas podrían ser de la CIA. La inteligencia y la
planificación preventiva de estas leonas fue algo supremo. Al confundir a los
machos Eyrefield, al macho Kruger y a los de la manada de Hilda´s Rock, nadie
iba a saber quien era el padre, por lo tanto, de quedar embarazadas, ningún
macho habría de matar a los cachorros venideros, al creerlos propios. Estas 5
leonas entendieron todo mientras que los machos, guiados en su vida por una
sola cosa, no entendieron nada.
La vida continuaba y el
prospecto lejano de nuevos cachorros que inflaran los números de la Southern
Pride era algo que solo esperábamos hacia finales del año.
Y así, un día como cualquier
otro encontramos a las 5 chicas acostadas en medio de unos matoralles, sin
media esperanza de abrieran un ojo mientras que los machos Eyrefield dormían
también bajo de una matica no muy lejos y el macho KNP se mantenía alejado de
todos, en el otro extremo de la propiedad.
Y de repente, una llamada por el
radio de Ferdie cambió todo.
“Allie, make your way, it’s
quite a spectacular sighting”. Le explico a mis huéspedes, no estoy lejos y en
4ta llego en 10 minutos. Yo llego, ellos que se agarren.
“Allie, confirm which lions are
those?”
“The missing 9 of the Southern
Pride”
“Which way are they headed?”
“South” – el tono triunfal de la
dirección a donde se dirigen. Vuelven al sur. Vuelven a casa. Welcome back guys. We missed
you.
Después de meses de ausencia,
ellos volvieron. Nos hicieron felices. Había un sentido de fiesta. En el mismo día
mis huéspedes vieron 16 leones diferentes. 16, cuando empezamos un día pensando
que no veríamos ni uno. Semanas pasaron y un sentimiento de alegría continuaba
en todo el equipo de rangers. “The Southern Pride is back”. Qué fácil es ser
feliz con tanto gato alrededor.
Mientras nosotros gozábamos de
una felicidad absoluta, el mundo de los leones atravesaba una nueva crisis. Los
cachorros que se habían ido, no eran ya tan cachorros. Las hembras que se
habían ido, no eran conocidas por los nuevos machos. En medio a la
incertidumbre, mientras ellas restablecían las relaciones sociales y
familiares, el macho Kruger estaba muy feliz. Al haber reconocido a todos y al haber
sometido a los cachorros (hijos suyos), volvía a ser él el macho dominante,
apoyado por la fuerza bruta de 9 leonas adultas. Su estrategia era clara, su reino y su vida estaban más seguro ahora
de lo que habían estado en meses…
Lo que él no se imaginaba es que
las leonas, cansadas de estas batallas, tenían otros planes. Fue así como
lentamente y, en numerosas ocasiones, intentaron llevarlo engañado hacia los
machos de Hilda’s Rock con el pretexto de aparearse. En numerosas ocasiones,
diferentes hembras, incluida Floppy, casi lo lograron. Los intentos homicidas
de las hembras eran claros; al provocar un conflicto final entre los machos,
sólo una de las partes habría salido vencedora y el drama habría terminado.
El macho Kruger por otro lado, no
se atrevió nunca a cruzar al este, parándose siempre en el mismo punto, como si
chocara contra una barrera invisible. Al poco tiempo las leonas desistieron de
sus intentos y volvieron a asociarse con él. Fallaron porque olvidaron que el
diablo sabe más por viejo que por diablo.