jueves, 18 de octubre de 2012

Feliz Aniversario.



Could you whisper in my ear the things you wanna feel? - pregunta una canción de las muñecas Goo Goo. Hoy me doy cuenta que jamás habría podido responder con exactitud. A veces, las cosas sólo pasan.

Hoy hace 2 años vine por primera vez a Sudáfrica. Dos años parece una eternidad. Siento que desde que he estado aquí he crecido mucho más que eso.  “Why did you decide to come South Africa?” – es la pregunta que más me hacen. Después de 2 años todavía no tengo una respuesta. Por qué Sudáfrica es algo que no logro explicarme, cómo terminé aquí fue cosa del destino. Yo no lo decidí, pasó. Hace 2 años vine por 2 meses a hacer de voluntaria en dos centros de rehabilitación de animales salvajes; siempre seré una veterinaria frustrada, me llevo mejor con los animales que con la gente, pues la gente tiende a decepcionarme. Hace 2 años conocí a Bobby, un rinoceronte que salvó y cambió mi vida como pocos saben. Hace 2 años fui por primera vez a Mohololo, lugar al que le entregué el 2011, mi corazón y mis úlceras. Hace 2 años mi vida dio un brinco radical.

Dos años después, mi pelo está el triple de largo, he llorado infinitamente, he pasado demasiadas horas en aviones, he vivido inolvidables aventuras, he hecho amigos únicos, he aprendido a apreciar lo que tengo. Dos años después sigo aquí, un poco más al sur, haciendo algo un poco diferente pero igual. Por qué no puedo irme de aquí  todavía, es simple: estar expuesta a la naturaleza todos los días me calma, me hace creer que existe una razón para las cosas que pasan. Estar aquí me mantiene en rumbo. Vivir esta vida un poco más aislada me deja ver con claridad las cosas que importan, me abre la mente, me hace un poco más irreverente a lo que la gente tiene, me hace creer sólo en lo que la gente hace. Aquí bailo a mi propio ritmo y la gente me respeta por ello.

A pesar de ser extremadamente rica en ciertos aspectos, todo tiene un precio. El precio que tengo que pagar por mi paz mental, mi capacidad de ser independiente, mi sentido de la aventura y la belleza de ver rinocerontes y elefantes cuando me provoque, es alto. Estoy al otro lado del océano de mi familia, a unas pocas 50 horas de distancia, Plaga y Nani no me despiertan por la mañana saltando en mi cama, perdí a la única persona que probablemente jamás pueda olvidar del todo, mi mejor amigo despareció por medio de un mensajito de blackberry, mi señal de celular es detestable, no veré nacer a mi primer sobrino, no puedo ir a los llanos con mis hermanos o tomar vino con Carlita, no puedo ir a Suka con Isabel, la playa me queda lejos, aquí no hay arepas ni plátano frito, aquí se habla en inglés y mi familia no viene a tomar café.

¿Ha valido la pena todo esto? 


Como dice Bob: the answer –my friend- is blowing in the wind.

Feliz aniversario África.

martes, 9 de octubre de 2012

Algún día.


“Ale, come. Please explain to me why it is so important for you guys to vote. You’re not going to change my mind, I’m just curious. I’ve never met someone like you”- dijo Jono, de 26 años de edad con quien trabajo. Jono no concibe por qué para mí es importante sobrevivir un viaje de 50 horas a mi tierra natal para votar por un presidente. Jono no cree en los procesos electorales, no cree en la política. A sus 26 años de edad, no está inscrito en el registro electoral, no desea estarlo y el único motivo por el que sabe quien gobierna, es porque su presidente monta shows igual que el nuestro. Jono no concibe cómo yo, a los 24 años, haya ejercido mi derecho al voto al menos en una 10 ocasiones. Jono no concibe como antes de venir a Sudáfrica, no tenía ningún problema en trabajar de voluntaria en centros de votación, centros de totalización, en llevar a otros miembros de mi familia a votar, en ir a marchar y en tragar bombas lacrimógenas por una causa que yo consideraba importante.

Jono no podrá entender nunca por qué en Venezuela se vive el voto tan apasionadamente. Yo jamás podré entender su indiferencia.  

Cualquier venezolano sabe de lo que hablo. Claudia cumplió 18 años éste año, y la primera pregunta fue: ¿y cuando te vas a inscribir en el REP?. En un país en el que la política dicta tu vida tan radicalmente, es difícil no dejarte envolver por ella. Es difícil a veces no detestarla, cuando te das cuenta que es un juego cínico de unos pocos que juega con las esperanzas de millones. No miles, millones. Porque al menos 6 millones esperábamos que los otros 7 millones se hubieran cansado también. Sin embargo, siete millones de venezolanos están contentos con sobrevivir y, porque ellos son mayoría, ellos dictan el ritmo del tambor. Pecamos por pensar que querrían más, pensamos que 14 años ya habían sido suficientes. Nos equivocamos. Otra vez nos equivocamos.

¿Lo que duele? Que por una fracción de segundo nos imaginamos cómo sería. Nos permitimos soñar, cuando bajábamos la guardia del subconsciente, lo que sería un país en donde las carreteras no tienen huecos. Un país en donde puedes salir de noche y saber que volverás a dormir en tu cama y no en la morgue. Un país en donde democracia es cambiar de presidente. Un país en donde el rojo es color de caramelo de piñata y no una ideología. Un país en donde familia significa un domingo por la tarde y no un pasaje transatlántico. Un país del que sentirnos orgullosos por reflejar el carácter de aquellos que todos los días se levantan y –dicho en criollo- le echan un cerro de bola. Un país en donde criar la próxima generación. Un país donde matrimonio significa futuro y no "papá ayúdame que no puedo". Nos pemitimos soñar con un país, donde querer permanecer, no es una locura.

Duele porque además, por sobre todo, nos atrevimos a soñar con un país en donde la gente convive y no sólo sobrevive.

El despertar vino como siempre: de noche, en la voz de alguien que ocupa una cómoda silla que dice CNE. Es de las voces que más detesto, no por su forma, sino porque en los últimos 14 años, todos los que han ocupado ese puesto, nos despiertan con un coñazo que nos quita el aire. El 7 de Octubre nos quitaron el aire 6 años más. El 2019 suena muy lejos.

Quizás haya un camino. Quizás haya esperanza. Hoy está todavía muy lejos de todos nosotros porque quizás 5000 días no han sido suficientes después de todo. Cuando estemos listos, creo firmemente que conseguiremos el camino y tendremos ese país que soñamos.

¿Ahora entiendes Jono?