Los seres humanos somos muy
arrogantes. Nos encantan pensar que nadie siente tan profundamente como
nosotros, que nada ni nadie es capaz de ingeniárselas como nosotros para
sobrevivir y que nada ni nadie sino el homo
sapiens sapiens es capaz de decidir poner fin a su miseria.
Pues bien, ésta es la historia
de Gerry, un camaleón. Gerry nació como cualquier camaleón: de su mamá. Sólo al
nacer, Gerry ya sabía que para sobrevivir era indispensable para él ir a comer
saltamontes y mosquitos, y agarrarse bien con la cola y las patas de los
árboles. Dejarse caer al piso es un asunto muy riesgoso que ocurrió sólo
aquella vez que Melinda, el águila del área, estaba a dieta y quería merendarse
algo pequeño.
Un día de resplandeciente
verano, con la lluvia torrencial podrida de 3 días, ocurrió lo inesperado, con
sus ojos que se movían independientemente el uno del otro, buscando una presa
fácil, ambos quedaron fijos en una sexy camaleona bien camuflada detrás de unas
flores de acacia. Gerry no podía creer los colores y quedó petrificado ante tal
belleza, volviéndose una mezcla de colores pasteles. Pésimo camuflaje de
emociones para la ironía de ser camaleón.
El amor de Gerry y Bernardette floreció
la siguiente primavera y después de un época de lluvia torrencial que habría de
traer mucha comida para sus futuros camaleoncitos con Bernardette – su
camaleona- algo terrible ocurrió. Bernie fue devorada por un malévolo pájaro
(Hitchcock tenia razón) de una manera brutal, tan brutal que no queremos hablar
de ella. Gerry decidió entonces que el mundo era demasiado cruel para seguir aquí.
Basta de cambiar de color por afuera cuando por dentro uno se siente monocromático,
después de todo ¿para qué vivir sin amor?
Fue así que Gerry – quizás de
ascendencia japonesa- decidió poner fin a su vida por medio de un harakiri. Una
acacia y sus espinas presentaron la oportunidad perfecta. Se agarró del tronco,
se despidió de éste mundo cruel, respiro profundo y se clavó la daga en el
corazón de sangre fría. El sol no habría de calentar más sus escamas pero su
recuerdo momificado permanecerá aquí mucho tiempo.
Adiós Gerry. Te extrañaremos!
Esa es mi versión. La realidad es un poco más aburrida.Todo depende del punto de vista, de dejar volar nuestra imaginación.
El misterio de Gerry el camaleón, vivirá por siempre y aún cuando los motivos
de su muerte son menos novelescos y más dramáticos (y seguro llevan a los
ociosos a pensar que no tengo nada mejor que hacer que estar deprimida), yo
prefiero soñar con historias y mantener el secreto. Después de todo, ésta
versión es más interesante.
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