domingo, 20 de enero de 2013

¿Verano? JA!



Cuando uno piensa en el verano, generalmente nos imaginamos a nosotros mismos en una playa con un cielo azul. Cuando uno piensa en el verano africano, pensamos en un calor único, un hermoso cielo azul y mucho polvo. El verano por estos lados es un poco diferente. Es una mezcla entre un verde denso que está por todos lados –producto del sobrecrecimiento de las hojas de los árboles- y un marrón barro –producto de todo lo que llueve y te mojas. El verano, como dijo una vez Gustavo, no es azul. Con una aplicación del clima que solo predice lluvia los próximos 15 días, el optimismo del verano tiende a desaparecer. Sobre todo cuando las comparas con otras aplicaciones y todas predicen los mismo: lluvia – o como dicen aquí: makhulu mfula (que jode lluvia). Francamente –nunca pensé que diría esto- pero no puedo esperar a que vuelva el principio del invierno. No el invierno completo porque después me ando congelando. Eso de la inconformidad es característica inherente a todo ser humano. Sólo pido un poco menos de lluvia, barro, huéspedes irritables e insectos. Es más, me calo todo con tal de que se vayan los insectos. Están por todos lados. No bastaba con la invasión de arañas de mi cuarto, ahora las termitas y demás cocos y bichos insufribles han decidido tomar refugio en la “mansión” africana número 11. Al principio de las lluvias mi relación con todos los bichos fue bastante ecológica. Mantis religiosas, insectos palitos, arañas, mariposas y demás, fueron delicadamente removidos de mis aposentos y lanzados de vuelta al mundo verde... 

La verdad que para los que me conocen, la paciencia me duró bastante. Ahora, me tienen podrida. No basta con que hayan tomado por completo mi cuarto, sino que algún miembro de este submundo detestable de seres vivientes, decidió causar una reacción alérgica que va desde mi cuello hasta mis rodillas. La paz se acabó. Cada 2 días voy cargada con mi lata de Doom (el “Raid” de aquí) dispuesta a matar a toda vaina que tenga más de 4 patas y un par de alas, no me importa tener que barrerlos fuera de mi cuarto al día siguiente. Araña que encuentro en los momentos sin Doom, zapatazo que sale volando de mis manos. Me cansé. A veces me pregunto si así se sentirán los países del mundo cuando llegan refugiados malagradecidos. Yo menos mal tengo la potestad de matar a cuanto bicho me provoque. Como decía Power Pete “no more mister nice guy”. No exagero, si lo pensamos seriamente ¿cómo puedo verme seria en un safari cuando no puedo dejar de rascarme? Seguro la gente piensa que tengo pulgas. 
El zyrtec ha ayudado así que ahora no me rasco más, sólo parezco drogada. Es increíble cómo cualquier anti-alérgico es capaz de noquearte en segundos. Entre los dos males, prefiero no rascarme más. Útil es también que a veces el clima me ayuda y si me rasco mucho, nadie lo nota por la lluvia. Generalmente los huéspedes se empeñan en salir – a pesar del diluvio- con la arrogancia de mente que aún si llueve, los animales se quieren mojar. La arrogancia humana de que los animales son pendejos y se quieren mojar, siempre me sorprenderá. Estoy segura que los leopardos se ríen de nosotros mientras vamos por ahí como ratas mojadas, debajo de ponchos que no son realmente impermeables, mientras ellos duermen montados en un árbol. Para colmo, cuando llueve no podemos rustiquear por ahí así que estamos limitados a lo que pueda verse desde los caminos. Caminos de barro que a veces cuando manejas hacen que tu carro se deslice en diagonal. Es generalmente por éste motivo que aumentan las peleas y el drama. Hay caminos que se cierran y todos queremos salir corriendo a la propiedad de al lado donde son más liberales. Eso sí, cuando ellos cierran los caminos, no queda si no decir buenas noches.

Dos meses más para el invierno. Vamos que se puede.

jueves, 3 de enero de 2013

Y se nos fue!



Este año tuve la horrible experiencia adulta de tener que trabajar en Navidad y año nuevo. La verdad es que no pensé muy bien en esto cuando decidí meterme a trabajar en la industria del turismo. Trabajar la última semana del año, y estar lejos de tu familia mientras lo haces, es una mierda. No hay otra manera de decirlo. Es de esas cosas que te pone de malhumor sin saber por qué. Mentira, si sabes por qué. Trabajar en las festividades significa que además de tener que trabajar tienes que sonreír mientras te explotan. Te conviertes en una pieza más y lo único que importa es que hagas tu trabajo sin derecho a protestar, a pesar de que tu turno de trabajo se extienda a unas 14 horas por día. Menos más que la desdicha siempre busca compañía, así que terminamos en una situación absurda de risas en un equipo de 13 personas, al ver nuestras caras no tan felices. No queda más si no seguir adelante y reírte mientras lo haces.
En Sudáfrica la ultima semana del año es todo menos blanca. Mas bien yo diría que es color cielo azul con toques de barro aquí y allá. Aquí – en el país de los locos- el verano es mojado. Con una temperatura promedio de 38 grados, he pasado una semana derritiéndome, duchándome en promedio unas 4 veces por media. Siempre con agua helada pues tengo miedo que si no hago algo para bajar mi temperatura me va a dar un infarto.
El 31 cayó en una de esas tardes asquerosamente calientes. Los huéspedes se quejan del calor y de alguna manera indirecta te culpan. La verdades que no puedes hacer nada si no manejar un poco más rápido para que les pegue un poco de brisa en la cara, mientras piensas que los gerentes del lodge te jodieron otra vez. El 31 nos toca cenar con los huéspedes en el caudal del río en frente del lodge. Esto quiere decir que como estamos fuera del perímetro del cerco eléctrico, tenemos que llevar nuestro rifle y nada de andar tomándose una champañita a las doce porque con armas no se bebe. Pff.
Ante el calor ahogante de la tarde y el terrible prospecto de recibir el año nuevo sobrios, nos encaminamos todos al último safari de la tarde. Mi tarde transcurrió derritientemente bien hasta que me topé con un elefante.. y un ranger malparado. Cómo “dijéramos” folklóricamente en Caracas, “encontrábanos” nosotros viendo un elefante macho y sus 5 patas, a una distancia segura, cuando un ranger

Súbitamente el elefante decidió que yo estaba demasiado cerca del él. Abrió las orejas y se me vino encima. ¡FAMBA FAMBA! Gritó Patrick el tracker. Jamás había arrancado tan rápido en segunda. Nos vamos. Temblando que no podía pisar el cloche, traté de aparentar en frente de mis huéspedes que yo soy la ranger cool, mientras se podía cortar con un cuchillo la tensión entre Patrick y yo. Patrick en teoría me había dicho que me echara hacia atrás cuando el otro ranger nos cortó la vía de salida. Patrick habla en una frecuencia que yo no escucho, así que él pensó que yo había ignorado su consejo y estaba arrecho porque pensaba que me las había dado de macha. Yo estaba arrecha por el otro ranger atravesado y pajuo y por la situación en la que me había metido que pudo haber terminado de otra manera completamente. Por suerte todos los santos y los ángeles me cuidaron una vez más y no pasó nada. En menos de 2 semanas ya he tenido 3 elefantes maricos atravesados. Patrick siguió arrecho conmigo todo el día y yo no pude hacer más que disculparme. “Lesson learned, we’ve all done it, don’t worry about it” -me dijo Jack, tratando de hacerme sentir mejor cuando le conté y vio que me sentía como un pupú. Me cuido de los elefantes y los rangers egoístas de ahora en adelante.

A eso de las 630pm, y temblando aún por el elefante, todos fuimos a uno de los spots más hermosos de toda la reserva para ver el último atardecer del año. Todos los Rangers y huéspedes, al lado de un grupo de marimba vimos cómo el sol se ponía por última vez en el 2012. No sé en otros lados, aquí decidimos que el mejor adjetivo para el atardecer fue “dramático”. De repente se empieza a sentir una brisa. ¿Puede ser? ¿Será? Yo creo que sí. Vienen nubes cargadas desde el Este. Todos los rangers nos vimos y sonreímos. Todos cruzamos los dedos esperando lo mismo. Si llueve, no hay cena con los huéspedes. Después de los “sundowners” (o el pre-emborrachiemto de los huéspedes), fuimos por un safari nocturno. Yo decidí alejarme de todo el mundo e ir hacia el oeste, el río es uno de mis lugares favoritos y en general se ven cosas interesantes por esos lados. La brisa continua. Con el calor que hace, voy a buscar a los leones al lado del río. Finalmente siento gotas. Gotas refrescantes. Ojala que llueva un poco más para que cancelen la cena. Es que además no piensan. En año nuevo uno quiere estar con su familia, no con un extraño sentado a la mesa con uno, obligados todos a hablar trivialidades. Son las 743pm. No caen gotas, diluvia. Mis huéspedes, en el absurdo del final de año, se mueren de la risa. Estamos todos chorreando y al menos a 20minutos del lodge. ¡Oh oh oh! ¡Tres hipopótamos fuera del agua! ¡Bah! Ya estamos mojados, qué importa ahora. Uno de los hipopótamos es un bebé. Mis huéspedes se ríen. Seguimos en el absurdo. Al llegar al lodge chorreo y tiemblo del frío cada vez que la franela empapada me toca la piel.  El 31 fue la primera vez en toda la semana que me bañé con agua caliente.

La cena fue cancelada efectivamente y a los rangers se nos concedió el gran honor de recibir el año en el bar, bebiendo, con los huéspedes. Antes de bajar al bar, me llamó mi mamá, cuando me pasó a Mari no pude si no empezar a llorar. Ella lloraba por el otro lado y mi mamá viéndola llorar. Después me llamó mi tía y me pasó a mis primos. Creo que de las cosas más difíciles para hacer en la vida es tratar de ser fuerte para no afectar a los demás, no dejarles ver que te estás derrumbando. Yo creo que no hice un muy buen trabajo. Pero creo que se me conceden las lagrimas post-estrés elefantino. 

Después de mis llamadas familiares decidí ahombrarme y bajar al bar a beber mis penas y todo lo que me hacía falta mi familia. Jamás he estado “homesick”, hasta que me tocó pasar Navidad y año nuevo lejos de todos aquellos por los que haría cualquier cosa. Al bajar al bar decidí que el famoso G&T (gin and tonic) iba a ser mi bebida de la noche. Lo malo fue que mis amigos tenían otros planes y hubo Jaggermeister y Tequila atravesados por el camino.  Keith – otro ranger- es mi compañero de música y baile en estas ocasiones. Yo le doy a Keith mi ipod y el hace de Dj, generalmente funciona bien. Después de las 10pm teníamos una buena fiesta montada en el bar. Extrañar el hogar, no es nada que un poco de alcohol, buena música y un par de amigos queriendo pasarla bien, no pueda curar. Creo que los huéspedes estaban un poco asustados de lo que nos estábamos divirtiendo todos. Al final incluso terminamos bailando con los huéspedes, sólo había que emborracharlo un poco más. Yo me aseguré de que los míos estuvieran bien rascaditos para no tener que pararme a las 420am a hacer el safari de la mañana.
Al ser las doce brindé con mi copa de champaña – y alguna otras que me robé por ahí- por mi familia, mis amigos y por el 2013; es impensable no celebrar los nuevos retos sin burbujas. No tengo particulares reflexiones sobre el 2012. Prefiero no sobre-analizarlo, todo lo que sucedió, es lo único que pudo haber sucedido. Está bien Universo, lo acepto. Estoy donde tengo que estar.

A las 2am, agotados de todo lo bailado, saltado y reído, un equipo de rangers no muy sobrio, decidió que era hora de ir a la piscina y juntos fuimos a ahogarnos en el agua verde de nuestro estanque. Meterse en esa piscina es sólo para los más valientes, es asquerosa. A eso de las 230am, decidí que era suficiente, hora de ducharse y dormir. Le rendí honores al 2012 por irse y al 2013 por llegar. El primero de Enero de 2013, le rendí homenaje al advil. Levantándome con una sonrisa en la cara al conseguir en el iphone heredado un playlist de música nueva de tu hermano pavo. A veces, si pedimos las cosas en voz alta, se cumplen.

Hay una canción de Kesha que dice: “I’m in love with my crazy beautiful life”. Yo les deseo a todos que en el 2013 se enamoren también. Buena suerte!