Este año tuve la
horrible experiencia adulta de tener que trabajar en Navidad y año nuevo. La
verdad es que no pensé muy bien en esto cuando decidí meterme a trabajar en la
industria del turismo. Trabajar la última semana del año, y estar lejos de tu
familia mientras lo haces, es una mierda. No hay otra manera de decirlo. Es de
esas cosas que te pone de malhumor sin saber por qué. Mentira, si sabes por
qué. Trabajar en las festividades significa que además de tener que trabajar
tienes que sonreír mientras te explotan. Te conviertes en una pieza más y lo
único que importa es que hagas tu trabajo sin derecho a protestar, a pesar de
que tu turno de trabajo se extienda a unas 14 horas por día. Menos más que la
desdicha siempre busca compañía, así que terminamos en una situación absurda de
risas en un equipo de 13 personas, al ver nuestras caras no tan felices. No
queda más si no seguir adelante y reírte mientras lo haces.
En Sudáfrica la ultima
semana del año es todo menos blanca. Mas bien yo diría que es color cielo azul
con toques de barro aquí y allá. Aquí – en el país de los locos- el verano es
mojado. Con una temperatura promedio de 38 grados, he pasado una semana derritiéndome,
duchándome en promedio unas 4 veces por media. Siempre con agua helada pues
tengo miedo que si no hago algo para bajar mi temperatura me va a dar un infarto.
El 31 cayó en una de
esas tardes asquerosamente calientes. Los huéspedes se quejan del calor y de
alguna manera indirecta te culpan. La verdades que no puedes hacer nada si no
manejar un poco más rápido para que les pegue un poco de brisa en la cara,
mientras piensas que los gerentes del lodge te jodieron otra vez. El 31 nos
toca cenar con los huéspedes en el caudal del río en frente del lodge. Esto
quiere decir que como estamos fuera del perímetro del cerco eléctrico, tenemos
que llevar nuestro rifle y nada de andar tomándose una champañita a las doce
porque con armas no se bebe. Pff.
Ante el calor ahogante
de la tarde y el terrible prospecto de recibir el año nuevo sobrios, nos
encaminamos todos al último safari de la tarde. Mi tarde transcurrió
derritientemente bien hasta que me topé con un elefante.. y un ranger
malparado. Cómo “dijéramos” folklóricamente en Caracas, “encontrábanos”
nosotros viendo un elefante macho y sus 5 patas, a una distancia segura, cuando
un ranger
Súbitamente el elefante
decidió que yo estaba demasiado cerca del él. Abrió las orejas y se me vino
encima. ¡FAMBA FAMBA! Gritó Patrick el tracker. Jamás había arrancado tan
rápido en segunda. Nos vamos. Temblando que no podía pisar el cloche, traté de
aparentar en frente de mis huéspedes que yo soy la ranger cool, mientras se podía
cortar con un cuchillo la tensión entre Patrick y yo. Patrick en teoría me había
dicho que me echara hacia atrás cuando el otro ranger nos cortó la vía de
salida. Patrick habla en una frecuencia que yo no escucho, así que él pensó que
yo había ignorado su consejo y estaba arrecho porque pensaba que me las había
dado de macha. Yo estaba arrecha por el otro ranger atravesado y pajuo y por la
situación en la que me había metido que pudo haber terminado de otra manera
completamente. Por suerte todos los santos y los ángeles me cuidaron una vez
más y no pasó nada. En menos de 2 semanas ya he tenido 3 elefantes maricos
atravesados. Patrick siguió arrecho conmigo todo el día y yo no pude hacer más
que disculparme. “Lesson learned, we’ve all done it, don’t worry about it” -me
dijo Jack, tratando de hacerme sentir mejor cuando le conté y vio que me sentía
como un pupú. Me cuido de los elefantes y los rangers egoístas de ahora en
adelante.
A eso de las 630pm, y temblando
aún por el elefante, todos fuimos a uno de los spots más hermosos de toda la
reserva para ver el último atardecer del año. Todos los Rangers y huéspedes, al
lado de un grupo de marimba vimos cómo el sol se ponía por última vez en el
2012. No sé en otros lados, aquí decidimos que el mejor adjetivo para el
atardecer fue “dramático”. De repente se empieza a sentir una brisa. ¿Puede
ser? ¿Será? Yo creo que sí. Vienen nubes cargadas desde el Este. Todos los
rangers nos vimos y sonreímos. Todos cruzamos los dedos esperando lo mismo. Si
llueve, no hay cena con los huéspedes. Después de los “sundowners” (o el
pre-emborrachiemto de los huéspedes), fuimos por un safari nocturno. Yo decidí
alejarme de todo el mundo e ir hacia el oeste, el río es uno de mis lugares
favoritos y en general se ven cosas interesantes por esos lados. La brisa
continua. Con el calor que hace, voy a buscar a los leones al lado del río.
Finalmente siento gotas. Gotas refrescantes. Ojala que llueva un poco más para
que cancelen la cena. Es que además no piensan. En año nuevo uno quiere estar
con su familia, no con un extraño sentado a la mesa con uno, obligados todos a
hablar trivialidades. Son las 743pm. No caen gotas, diluvia. Mis huéspedes, en
el absurdo del final de año, se mueren de la risa. Estamos todos chorreando y
al menos a 20minutos del lodge. ¡Oh oh oh! ¡Tres hipopótamos fuera del agua!
¡Bah! Ya estamos mojados, qué importa ahora. Uno de los hipopótamos es un bebé.
Mis huéspedes se ríen. Seguimos en el absurdo. Al llegar al lodge chorreo y
tiemblo del frío cada vez que la franela empapada me toca la piel. El 31 fue la primera vez en toda la
semana que me bañé con agua caliente.
La cena fue cancelada
efectivamente y a los rangers se nos concedió el gran honor de recibir el año
en el bar, bebiendo, con los huéspedes. Antes de bajar al bar, me llamó mi
mamá, cuando me pasó a Mari no pude si no empezar a llorar. Ella lloraba por el
otro lado y mi mamá viéndola llorar. Después me llamó mi tía y me pasó a mis
primos. Creo que de las cosas más difíciles para hacer en la vida es tratar de
ser fuerte para no afectar a los demás, no dejarles ver que te estás
derrumbando. Yo creo que no hice un muy buen trabajo. Pero creo que se me
conceden las lagrimas post-estrés elefantino.
Después de mis llamadas
familiares decidí ahombrarme y bajar al bar a beber mis penas y todo lo que me
hacía falta mi familia. Jamás he estado “homesick”, hasta que me tocó pasar
Navidad y año nuevo lejos de todos aquellos por los que haría cualquier cosa. Al bajar al bar decidí
que el famoso G&T (gin and tonic) iba a ser mi bebida de la noche. Lo malo
fue que mis amigos tenían otros planes y hubo Jaggermeister y Tequila
atravesados por el camino. Keith –
otro ranger- es mi compañero de música y baile en estas ocasiones. Yo le doy a
Keith mi ipod y el hace de Dj, generalmente funciona bien. Después de las 10pm
teníamos una buena fiesta montada en el bar. Extrañar el hogar, no es nada que
un poco de alcohol, buena música y un par de amigos queriendo pasarla bien, no
pueda curar. Creo que los huéspedes estaban un poco asustados de lo que nos estábamos
divirtiendo todos. Al final incluso terminamos bailando con los huéspedes, sólo
había que emborracharlo un poco más. Yo me aseguré de que los míos estuvieran
bien rascaditos para no tener que pararme a las 420am a hacer el safari de la
mañana.
Al ser las doce brindé con mi copa de
champaña – y alguna otras que me robé por ahí- por mi familia, mis amigos y por el 2013; es
impensable no celebrar los nuevos retos sin burbujas. No tengo particulares
reflexiones sobre el 2012. Prefiero no sobre-analizarlo, todo lo que sucedió,
es lo único que pudo haber sucedido. Está bien Universo, lo acepto. Estoy donde
tengo que estar.
A las 2am, agotados de
todo lo bailado, saltado y reído, un equipo de rangers no muy sobrio, decidió
que era hora de ir a la piscina y juntos fuimos a ahogarnos en el agua verde de
nuestro estanque. Meterse en esa piscina es sólo para los más valientes, es
asquerosa. A eso de las 230am, decidí que era suficiente, hora de ducharse y
dormir. Le rendí honores al 2012 por irse y al 2013 por llegar. El primero de
Enero de 2013, le rendí homenaje al advil. Levantándome con una sonrisa en la
cara al conseguir en el iphone heredado un playlist de música nueva de tu
hermano pavo. A veces, si pedimos las cosas en voz alta, se cumplen.
Hay una canción de
Kesha que dice: “I’m in love with my crazy beautiful life”. Yo les deseo a
todos que en el 2013 se enamoren también. Buena suerte!
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