Después de planearlo por semanas
Jan, David y yo decidimos ir al sur del Parque Nacional Kruger (la reserva de
animales más grande de Sudáfrica). El panorama de norte a Sur varía de acuerdo
al nivel de precipitaciones de cada zona. En el norte no hay un coño, en el
centro ya hay más cosas ya que hay muchas sabanas abiertas, y el sur tiene una
vegetación más densa. Teóricamente hay más animales salvajes en el sur que en
el centro en la ruta que SIEMPRE hacemos. Decidimos que valía la pena
despertarnos una hora antes para manejar una hora más para ir a comprobar la
veracidad de ésta afirmación (el ocio gallo). Partimos a las 430am para llegar al
parque a eso de las 630am. Para la entrada ya habíamos agotado el café y las
galletas.
La idea del Kruger es manejar por diferentes rutas todo el día, con la esperanza de ver algún espectáculo animal digno de Natgeo. A mí siempre me basta con ver bebés elefantes, veo eso y mi día está hecho. Son tan absolutamente torpes y tiernos que es imposible no derretirse.
En nuestros primeros kilómetros
por el Sur, Jan –el super ranger- en un ataque de valentía y estupidez, se bajó
corriendo del carro agarrar unos “sour plums” que crecían al lado de la vía.
David los probó y decidimos que era mejor que yo no lo hiciera por estar
doblada en mi asiento, ante un ataque de gastritis (la “··|@# está de vuelta).
La cara de Dave fue un poema y no me arrepentí ni un poquito de no haberlas
probado (aparte que hay que confesar que no soy nada aventurera a la hora de
comer, con carne y arroz tengo pa todo el año); más tarde se las tiramos a unos
babuinos que conseguimos en el camino. Son muy feos y se merecen frutas
chimbas.
Cuando vine a África la primera vez, no sentía ningún tipo de afinidad por las aves en general. Más bien todo pájaro me daba fastidio. Poco a poco me fui interesando en los grandes y malos, y eventualmente aprendí a que me interesaran. De los pajaritos de esos tipo de jardín, Sudáfrica tiene aproximadamente 900 especies. Esos siguen sin importarme ni un poquito. Éste viaje sirvió para demostrarme cuánto he cambiado. No hice si no ver pájaros por todas partes. Pájaros grandes y malos y finísimos fue todo lo que vi. Nos quedamos asombrados de mi capacidad de encontrarlos por todos lados. De los más raros, vimos Lappet faced vultures, White headed vultures, Martial Eagles y 3 ground hornbills.
Vimos búfalos, klipspringers (una
especie rara de antílopes montañosos), una hiena, 3 rinos y 2 elefantes - considerando que hay una sobrepoblación de 7000 elefantes, no fue tan
productivo. Pasamos muchas horas en ocio, discutiendo todos los temas posibles.
En nuestro ocio le sacamos una foto a una foto de un leopardo en un árbol de
Marula y se la mandamos a Erin. ¡Ja! Vamos a joderla y decir que vimos este
leopardo. Hay una regla general cada vez que vas al Kruger: miente para que tu
viaje parezca más emocionante de lo que realmente fue.
Después de horas de nos
ver nada sino pájaros, valía la pena intentarlo. Por esas cosas de la vida
justo a la salida del parque, cuando habíamos decidió que el Sur era una mierda
como los sures de todos los países, la vimos ahí, en un árbol de marula,
acostaba disfrutando la vida en esa actitud gatuna tan característica. Una
leopardo – instintivamente los 3 decidimos que era niña- hermosa, acostada y
bostezando a 2 metros por encima de nosotros. Era hermosa. Los leopardos son
hermosos. Esos ojos verdes profundos, esa misteriosidad que los caracteriza.
Creo que David lloró cuando lo vimos. Repentinamente el Sur se nos hizo
increíble, fantástico. Muy bien, mañana vamos al centro, a nuestra ruta de siempre, decidido. Es una
guerra.
A la salida nos paramos afuera
de un café que decía “Illy”. Los chicos no sabían que significaba eso, pero
estuvieron contentos. Fue el mejor café del mundo y una manera esencial para
mantenernos despierto hasta llegar a casa. A las 8pm fuimos 3 indios caídos.
Al día siguiente nos dimos el
lujo de pararnos más tarde y tomar café a la entrada del Kruger. La batalla comenzaba bien. Vimos un
elefante bailando en una duna 5 minutos después de entrar, 10 minutos después
vimos una mamá Jackal con 6 cachorros. A las 8am el sur y el norte estaban
empatados. ¡Vamos norte!.
Pasamos los dos días buscando la
oportunidad perfecta para una foto de bebés impalas. Nacen todos más o menos al
mismo tiempo y Jan quería una foto de cómo 20 bebés juntos, en pasto verde y
corto cerca del camino (sólo formuló éste deseo así después de que vimos unos 500 bebés). El 90% de las veces ó la grama era muy alta ó los bebés
se fastidiaban porque Jan se tardaba horas en sacarles una foto. Fue una
expedición y un reto muy grandes. Compramos champaña barata para celebrar cuando
consiguiéramos la foto perfecta.
En nuestro segundo día musical, porque en el aburrimiento nos dio por empezar a inventar
canciones, descubrimos que puedo hablar con las cebras. Siempre se voltean a
verme cuando les hablo. También aprendimos que no puedo oler hipopótamos.
Estábamos discutiendo sobre hipopótamos y repentinamente “they caught the scent
of a hippo”. ¿Lo hueles? Sisi, super fuerte. Ale ¿lo hueles? No. Algo pasa con
mi nariz que no huele a los hipopótamos y sé como huelen porque olí a Jessica.
Ay no. ¡Qué desastre!. Si me convierto en ranger seré la peor del mundo porque
podría asesinar a todos mis clientes por toparme por accidente con un
hipopótamos por no poder olerlos. Estaba sumamente preocupada por mi fracaso
olfativo. Sólo dos días después David me dijo “gotcha”. Qué tonta, lo que hace
la inocencia interna que tratamos de esconder.
Vimos leones, elefantes bebés y en
una nuestra expedición de búsqueda de wild dogs nos encontramos en una lago con
un hipopótamos solitario que repentinamente vio invadido su espacio por un centenar de búfalos
que vinieron a tomar agua, y por un patito que no se dejó intimidar por sus dientes.
Un espectáculo digno de natgeo que celebramos con nuestra champaña caliente.
Al final nos fuimos sin ver
cheetahs o wild dogs pero los búfalos y el hipopótamo fueron bastante
increíbles. El norte y el sur quedaron empatados. Fueron 2 buenos días, alejados
de pensamiento inútiles, de problemas que siempre nos esperan, de intimidad con la naturaleza, de risas entre amigos.
Por eso siempre vuelvo, siempre que puedo.
Por eso siempre vuelvo, siempre que puedo.