Cuando las cosas malas se
acumulan a veces es necesario sacarse todo de adentro. Hace muchos años una
amiga me enseñó a escribir para poner en palabras esos sentimientos que agobian
y que no sabemos identificar bien. Lo que van a leer a continuación no es lo
más glamoroso del mundo, ni da un feeling de felicidad. Es mi venganza anónima
e infantil, pero necesaria, para sacarme de adentro todo el odio que me corroe
el alma.
Nos impone su visión de vida y
del mundo, obligando a las niñas a trabajar en falda como signo de sumisión de
la mujer ante el hombre. Sólo por ser mujer soy considerada inferior, una “dumb
blonde” comenta él entre risas. Ya no controlo mi expresión facial de odio
cuando haces sus comentarios peyorativos. Mis compañeros de trabajo están
impresionados de cómo una persona “tan dulce como yo” lo asesina con la mirada
y me aplauden. Creo que ya todo se reduce a una cuestión de supervivencia, yo
no voy a ser la más débil. De algún modo me va a respetar y los que me conocen
saben qué pasa cuando cruzan la línea conmigo.
A veces siento que vivo en la
granja del señor y la señora diablo porque ella no se queda nada atrás, ella es
peor. Es de esas viejas gorditas que aparenta dulzura pero detrás de esa
fachada tan diferente a la de mi jefe, se esconde una personalidad peor. Se
quiere retirar pero él no quiere soltar el coroto (igualito al presidente
mesmo), entonces pasa su tiempo “pretendiendo” estar ocupada cuando en verdad
lo que hace es apoderarse de mi computadora, revisar los emails que mando,
jugar solitario y bajar fotos para hacer su scrapbooking, porque no hace un
coño más. A muchos les da lástima, yo les recuerdo que ella es su esposa y se
casó con él por voluntad propia; ella es tan horrible como él y en todo el
centro de rehabilitación sólo yo me los calo a los dos. La odio. Demasiado. Los fines de semana ni siquiera trabaja,
ni aparece por la oficina sino para joder. Ha tenido hasta la desfachatez de
comentarme – cuando pasa todo el día encerrada en su casa y yo no puedo ni
tener mi hora de desayuno ni almuerzo porque “no podemos nunca dejar sola la
oficina” – que porque ella no esté en la oficina, no quiere decir que no esté
trabajando. ¿Podría alguien explicarme qué coño quiere entonces cuando alguien
se la pasa viendo películas en horario laboral?! Jamás te dirá nada de frente,
su especialidad es clavarte un hacha por la espalda o dejarte una “nota” que te
hace hervir la sangre de lo condescendiente e irrespetuosa. Comete errores a
diestra y siniestra y después siempre, siempre, siempre me los adjudica y no
tengo manera de ganar porque “ella es su esposa” y en su sadismo, disfruta ver
cómo le caen a gritos a otros. Vieja ridícula, gorda, fea, glotona e inmamable.
Entre los dos, tienen el peor “judge
of character” del mundo y terminan defendiendo y favoreciendo siempre a
aquellas personas que no lo valen: drogadictos, infieles y borrachos. Su
mierdismo de alma y de corazón es algo que no deja de sorprenderme, sobre todo
porque están tan seguros que irán al cielo y nosotros a infierno.
Los sueños tienen un precio alto
generalmente, lo único que me preocupa es cuánto más estaré dispuesta a
pagarlo. Hay días en los que me
provoca agarrar mis corotos y salir corriendo lejos de aquí pues que te traten
como un imbécil que no vale nada, me frustra y me llena de indignación porque sé lo que valgo.
Sólo el amor más profundo por
alguien y el odio más sentido han sido capaces de hacerme tambalear y querer
dejar África. Sólo ellos.
Ya me siento mejor.
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