viernes, 8 de junio de 2012

Tápate los ojos!


Advertencia: ésta no es una historia glamorosa.

La gente que me conoce me asocia a muchas cosas, pero la gente que realmente me conoce, me asocia directamente con las chicharras. “Tengo que hacer pipí” es una frase típica, expresada sobre todo en los peores y menos prácticos momentos. Sólo porque vivo en la sabana rodeada de hipopótamos, leones, rinocerontes, elefantes, búfalos, leopardos y demás, no quiere decir que me voy a cohibir ante el “llano” africano cuando de hacer pipí se trata. No. Sufro las consecuencias de la constante necesidad de tomar agua o café. Lo “bueno” es que después de toda una vida yendo a los llanos, pierdes todo tipo de miedo escénico, lo malo, es que aquí tengo que estar pendiente que no me vaya a comer algo.

Un día en particular, con el gafo subido y el buen humor general, David –mi amigo de café- y yo, nos excedimos. Después de la primera parada técnica, seguimos tomando agua como si no hubiera mañana; “hay que mantenerse hidratados, esto es África”. Qué gran tontería. La hidratación y sus consecuencia son muy complicadas en éste ámbito de vida. “Ok, bueno, dentro de 100 metros le pido a Ian que se pare. Más adelante tiene que haber una mata mejor.  ¿Qué es eso? Impala alarm calls. ¿Y si hay un leopardo por aquí? No, mejor más adelante, no quiero que nada me muerda una nalga. Después de que crucemos este río creo que el camino se pone mas frondoso, mejor. Cuñoelamare estos búfalos aquí. Sale vaca ¡sale!. Ah claro, no podían haber 2, hay 5”. El estrés empezaba así. Repentinamente se me olvidó todo. Me entró la emoción típica cuando nos topamos con una manda de elefantes. Me dan palpitaciones. Me entra por hablarle a los elefantes y saludarlos y decirles que los quiero. Saco mi cámara en estado de puro amor. Hay un bebé mínimo, un par de meses nada más. No puedo con todo éste amor.  Los elefantes casualmente han decidido caminar por nuestra misma ruta y no nos queda opción sino esperar que se muevan. ¿Alguna vez han caminado detrás de elefantes? Pues para ser tan grandes se mueven a un ritmo muy paciente y cuando son 500, pues mas tiempo aún. Como son elefantes no se los puede apurar realmente y hay que tener extremo cuidado de no interponernos entre una madre y su pequeño trompito porque ahí sí que no hay quien se salve. Bueh, todavía tenemos tiempo.


…45 minutos después seguíamos detrás de la manada de elefantes más grande que ha cruzado estas tierras. Nosotros, atrapados en el medio. Great, just great. Ya no hay amor. Ya basta. ¡Sale vaca tu también!. Señoras agarren a sus hijos y muévanlo. Todavía tenemos que hacer pipí.  Empezamos a considerar retroceder y dar una vuelta mucho más larga para llegar al Lodge a almorzar. “Uhm. Guys, huge male ellie coming towards us”. Las cosas se acaban de complicar más. “Shit, he´s in musth”. Mierda, estamos jodidos. “Musth” es una condición periódica de los elefantes machos de una cierta edad (y por lo tanto cierto tamaño). Podría interpretarse como algo así como la regla masculina elefantoide. Durante 2-3 meses al año los machos de una cierta edad producen una cantidad importante de testosterona que comporta cambios físicos y temperamentales. El elefante de colmillos enorme que se nos acercaba era un perfecto ejemplo: secreciones de las glándulas temporales (entre ojos y oídos), check, un rastro “líquido” (orina/pipí) que huele horrible y que le moja las patas traseras, check. 
La característica principal de estos chicos: continuo estado impredecible de agresividad. Son tan agresivos que machos que no están en musth prefieren pasar desapercibidos y mostrar un comportamiento sumiso. Imagínense una gandola, con personalidad propia, capaz de voltear el carro en el que estás sentado y de matarte a ti y a tus 3 compañeros. Claro que exagero pero no por ello es una posibilidad menos latente. Gracias a la fuerza del pensamiento común –estoy segura-  el elefante decidió no seguir por nuestro camino y cruzó a la derecha, poniendo una fila de flacos tambotis (árboles) entre nosotros. Por lo que pareció una eternidad el elefante nos observó del otro lado de los tambotis, mientras nosotros los veíamos de vuelta, mudos, no queriendo pensar en lo peor. En un segundo “me cayó la teja” de la situación extremadamente peligrosa en la que estábamos. No tenemos ruta de escape definida si éste tipo decide que le caemos mal.

Finalmente el elefante se cansó y decidió que había una chica que le llamaba más la atención. Retrocedimos un poco más para poner más distancia entre nosotros y sus hormonas. El elefante se da media vuelta y se va. Respiramos. Estoy temblando. Estamos todos temblando. Empiezan las bromas para liberar la tensión. Todos queremos creer que todo estuvo siempre bajo control, la verdad es que estoy segura que todos nos dimos cuenta del gran error que cometimos al dejarnos atrapar en el medio de una manada de elefantes. Esto fue exactamente lo que nos advirtió Sly. Hay que esperar siempre cuando te tropiezas  una manada porque detrás de la manda siempre vienen los machos violadores. Estoy en pánico. Qué tontos fuimos.


Cuando finalmente retrocedemos y creemos que no hay más elefantes David y yo nos bajamos del carro y corremos en direcciones opuestas. Al menos hora y media aguantando las ganas. “Dont go far from the car Allie”. No mi amor, ustedes tranquilos que yo no voy pa’ ninguna parte. “Don’t look at the back of the car”. En las ironías de la vida, cuando finalmente estoy haciendo pipi (yo advertí que esto no era glamoroso) sucede:
“Allie…… uhm… You might wanna hurry” - dicen Ian y David.
“Why?” (cómo si uno pudiera apresurar estos procesos). 
“Well. There’s another big a male ellie to your right. Just hurry”. 
“¿!QUÉ?!” A 50metros de mí hay otro macho enorme, menos mal no en musth. "Ah pues y ahora me ve". ¡¿Es que no se puede hacer pipí en paz en la sabana?!. Esto es un chiste. Búfalos, elefantas, elefante asesino y ahora ¡¿esto?!. Wow. "Mira tú, quédate allá que no tengo tiempo pa' esto ahora" fue todo lo que me salió del alma.

Cuando le conté mi anécdota a Claudia me dijo que en Caracas a ella le pasa eso todos los días, pero que el elefante es su amigo y él se tapa los ojos para no ser maleducado. 

Yo creo que debería pedirle lo mismo al mío, después de todo creo que es un mínimo de educación de la sabana.

Arrow-marked babbler. Scrub hare.

(Gracias google por las fotos).

Mi día preferido de la semana son los domingos. En cualquier estilo de vida, en cualquier lugar del mundo, los domingos tienen un misticismo de paz delicioso. Se encuentra el equilibrio de la locura semanal, respiras descanso y si haces una parrilla, pues tanto mejor.

Los domingos aquí no son diferentes. Pararme a las 630am y salir con un café en mano a manejar por toda la reserva con Allan e Ian, de manera tranquila, me encanta. Éste domingo fuimos a manejar por ahí. Aprendernos los caminos, a buscar que el destino ocurriera y que nos topáramos con algo. Después de ver 3 rinos y preguntarle por enésima vez a Allan si me puedo quedar con alguno, de improvisto Allan dijo: Muy bien, ya que se conocen desde hace un par de semanas ¿qué animal creen que representa al otro?

Después de mucho pensarlo yo dije que Ian – mi compañero de curso- era una iguana. Es un tipo solitario, que va a su propio ritmo (lento y desesperante) y es muy metódico  en su hacer (pa veces es medio lagartija en cuanto a ciertos comentarios que hace que me provoca tirarlo a una laguna). Todo lo que está en paréntesis, yo sólo lo pensé. La diplomacia me ha costado 24 años.

Ian dijo que yo soy un Arrow-marked babbler. Un pájaro, un PÁJARO… qué buena manera de ofenderme desde el principio.

Los babbler son tipo de pájaros pequeños que van en grupo y son fáciles de reconocer porque tienen un escándalo armado todo el día. Está bien, puede que yo no sea la persona con menos volumen pero ¿un pájaro? ¿de verdad?. 
“Why?”. “Well, you are very chatty, you talk to everyone all the time, you are very outgoing and enjoy the company of other people”. Hmmm. Así que Ian me considera una persona extrovertida. Wow. Me habría gustado saber a los 15 que algún día habria podido sobreponerme a mi extrema timidez y que alguien me consideraría extrovertida, habría hecho todo más sencillo.

Después de la maravillosa respuesta de Ian, le pregunté a Allan: “¿tu qué me consideras?” Allan respondió (se nota que lo había pensado bien): “you are a scrub hare (liebre). You see them hopping around going forwards, then they stop, go on the other direction and stop again. They hop hop hop and it might not make sense to us, but it makes complete sense to the hare .That’s what’s important. If you check Ali at 8Mile (bar del staff) she’s doing her own thing, going here and there, talking to everyone in a way no one understands but if you see her, it clearly makes sense to her”.


 Yo me reí. Me hace sonreír, me pone a pensar. Quizás sí soy una liebre después de todo. Quizás es lo mejor que puedo ser. Quizás no necesito más que eso.

Ninjas



La primera vez que mi mamá vio un impala, casi se salió del carro en estado de histeria extática, pegándome gritos de odio profundo porque no paré el carro en el lugar preciso de su oportunidad fotográfica. “Ay ma, es un impala. Más adelante seguro hay mil más”. Meses después, aprendí a apreciar a los impalas: las cucarachas de la sabana. Nunca fui tan despectiva como para considerarlos cucarachas (nada más asqueroso que ellas), pero nunca me han interesado mucho porque son antílopes y porque se ven cada 20 metros. Después de una clase de impalas (sí, tengo clases y exámenes que aprobar con más del 80% de la nota sobre animales), mi opinión sobre ellos cambió, se ganaron mi respeto y los veo bajo otra luz.

Esa especie de gacela marrón que se ve por todos lados es un genio de la evolución y uno de los animales más tenaces que hay… Yo nunca les di el crédito. Se ven siempre y aburren, pero ¿alguna vez se han puesto a pensar por qué hay tantos? ¿Qué haya tantos no quiere decir que están haciendo algo –ó mejor- muchas cosas bien? 
Yo nunca lo había pensado así, di por sentada su presencia, así como en esos amores aburridos y eternos. Pues resulta que los impalas, estos nuggets con papitas de la sabana, son los ninjas de la sabana. No sólo los ninjas, sino los super ninjas.

Los impalas tienen una de las mejores adaptaciones digestivas del reino. Yo sufro de úlceras así que en éstas cosas ¡me fijo!. Gracias al hecho de que puede comer grama y hojas de árboles, pueden sobrevivir mejor a las épocas de sequía, cuando otros animales pelan. Factor extra de la buena digestión de estos rumiantes, es que, precisamente por ser así,  tienen suficiente energía para estar activos casi todo el día y no tirarse esas siestas legendarias como los leones. Interesante adaptación que tienen en contra de los leones también, es su coloración. La mitad de arriba más oscura que la de abajo hace que estos animales, ante la visión en blanco y negro de depredadores, aparezcan bidimensionales y no sean tan apetecibles a primera vista.

Por otro lado, aparte del estomago envidiable, los impalas que siempre he mirado como "débiles", son animales construidos para pelear, diseñados para el combate, movidos por altos niveles de agresividad, especialmente los machos (típico), para demostrar quién es el más fit, quién es mejor partido (más típico y básico aún). He aprendido que el macho impala no es una gacela gay. Desde pequeños son animales altamente histéricos e intolerantes, al punto que la distancia entre machos de la misma especie es siempre un espacio respetable de al menos 2 metros. Los cuernos están construidos para soportar peleas constantes por el privilegio de tener unas cuentas chicas ninjas en el mes de mayo, cuando todas –durante casi 3 semanas- están “receptivas” al “amor”. 



Las hembras impala son además, geniales economistas. Una vez que la primera hembra da a luz, TODAS las hembras en esa manada darán a luz en las siguientes 24 horas. Inundando el mercado de crías, aseguran que la demanda y consumo de los leones, hienas, pitones, leopardos, etc., sea abastecida de manera tal que no se coman todos los bebés que hay, logrando así que un gran cantidad sobreviva. Las hembras siempre son más inteligentes. No todo radica en la fuerza bruta.

Los impalas son genios.

Muy bien impalas, muy bien. 

jueves, 7 de junio de 2012

Acacia Grandicornuta.


Fgasa pide que una persona que digne llamarse ranger sepa al menos unos 30 árboles típicos de su zona de operación. Yo no soy de aquí así que no tengo más opción que aprenderme todos los que a Allan se le antojen. Fíjense en los árboles de la ciudad. ¿cuántos reconocen a primera vista? Mangos y samanes no valen. Yo me fijaba poco. Ahora mi cerebro está obsesionado.

Aprender a reconocerlos no ha sido fácil. Hay árboles que a distancia se parecen entre ellos, cuyas hojas son más a o menos del mismo tamaño y cuyo tronco es de color diferente, dependiendo de la edad. Los Jackalberry los confundo siempre con cualquier otro árbol, no importa que edad tengan.

La primera semana Allan y Sly fueron pacientes, explicándonos cada árbol, dándonos tips para reconocerlos, haciéndonos ver el tronco, las hojas y la forma general del mismo.
La segunda semana, la paciencia se acabó. 3 árboles mal identificados mientras manejábamos, sale bajarte del carro y correr en frente de la Land Rover, hasta que ellos decidan que basta. Con mis tobillos de hierro me da pánico caerme y que me pise el carro. Tocando madera – nada ha pasado aún. Divertido es cuando corres y te dicen “keep your eyes open for buffalo and ellies”. Claro, no sólo se van a morir del susto y me van a matar si no que después se van a burlar de los dos mongólicos que corren en frente de un carro sin motivo aparente. Éste método definitivamente incentiva a aprendértelos más rápido. En la tercera semana, Allan y Sly decidieron que si nos pelábamos un árbol o el nombre de algún camino, teníamos que abrazarlo , gritar su nombre y decir que lo queríamos. “I love you Jackalberry!” se escuchó muchas veces de mí mientras abrazaba a un árbol que no me devolvía el amor.  Abrazar árboles no duele, a menos que te topes con una de esas acacias llenas de espinas, entonces la perspectiva cambia.

Por ahora nos hemos tenido que aprender más de 30 árboles africanos. De estos 30 árboles no sólo tenemos que sabernos los nombres científicos, sino también los usos medicinales, tradicionales e industriales. Hay que saber que el Leadwood, el que tiene el tronco que parece piel de cocodrilo, tiene una madera tan pesada que si la tiras al agua se hunde, que la Falsa Marula es el árbol del olvido, que se usa en rituales entre enemigos que buscan la paz, que el Weeping Wattle tiene hojas tan suevas que tradicionalmente se usan como papel toilet, que las acacias tienen uno de los sistemas de autodefensa más interesantes que hay, que el Tamboti es sumamente tóxico para los seres humanos, si inhalas el humo cuando lo quemas, te intoxicas, que el Apple Leaf es llamado también el árbol de la lluvia por un pequeño gusano que mientras se come la savia del árbol, bota la misma cantidad de agua, formando charcos a la base, que el Buffalo Thorn, con sus espinas que apuntan hacia delante y hacia atrás representa la vida para los Shangaan, puedes querer ir hacia delante, pero siempre va a haber algo que te jala hacia atrás, que con las ramas del Magic Guarry puedes hacer un cepillo de dientes.

Mi acacia favorita se llama Horned-thorn (Acacia grandicornuta). Eso de grandicornuta me causa una gracia infinita, me dan ganas de reír. La acacia montacachos. La verdad que las espinas – las cuales son hojas que evolucionaron a través de milenios – dan miedo. Abrazarla duele.  Mi árbol favorito es la Marula, como mi pequeña antílope.

Soy una nerd de los árboles. Son finísimos.