Advertencia: ésta no es una historia
glamorosa.
La gente que me conoce me asocia
a muchas cosas, pero la gente que realmente me conoce, me asocia directamente
con las chicharras. “Tengo que hacer pipí” es una frase típica, expresada sobre
todo en los peores y menos prácticos momentos. Sólo porque vivo en la sabana
rodeada de hipopótamos, leones, rinocerontes, elefantes, búfalos, leopardos y
demás, no quiere decir que me voy a cohibir ante el “llano” africano cuando de
hacer pipí se trata. No. Sufro las consecuencias de la constante necesidad de tomar agua o café. Lo “bueno” es que después de toda una vida
yendo a los llanos, pierdes todo tipo de miedo escénico, lo malo, es que aquí
tengo que estar pendiente que no me vaya a comer algo.
Un día en particular, con el
gafo subido y el buen humor general, David –mi amigo de café- y yo, nos
excedimos. Después de la primera parada técnica, seguimos tomando agua como si
no hubiera mañana; “hay que mantenerse hidratados, esto es África”. Qué gran
tontería. La hidratación y sus consecuencia son muy complicadas en éste ámbito
de vida. “Ok, bueno, dentro de 100 metros le pido a Ian que se pare. Más
adelante tiene que haber una mata mejor.
¿Qué es eso? Impala alarm calls. ¿Y si hay un leopardo por aquí? No,
mejor más adelante, no quiero que nada me muerda una nalga. Después de que
crucemos este río creo que el camino se pone mas frondoso, mejor. Cuñoelamare
estos búfalos aquí. Sale vaca ¡sale!. Ah claro, no podían haber 2, hay 5”. El
estrés empezaba así. Repentinamente se me olvidó todo. Me entró la emoción
típica cuando nos topamos con una manda de elefantes. Me dan palpitaciones.
Me entra por hablarle a los elefantes y saludarlos y decirles que los quiero. Saco mi cámara en estado de
puro amor. Hay un bebé mínimo, un par de meses nada más. No puedo con todo éste
amor. Los elefantes casualmente
han decidido caminar por nuestra misma ruta y no nos queda opción sino esperar
que se muevan. ¿Alguna vez han caminado detrás de elefantes? Pues para ser tan
grandes se mueven a un ritmo muy paciente y cuando son 500, pues mas tiempo
aún. Como son elefantes no se los puede apurar realmente y hay que tener
extremo cuidado de no interponernos entre una madre y su pequeño trompito
porque ahí sí que no hay quien se salve. Bueh, todavía tenemos tiempo.
…45 minutos después seguíamos detrás de la manada de elefantes más grande que ha cruzado estas tierras. Nosotros, atrapados en el medio. Great, just great. Ya no hay amor. Ya basta. ¡Sale vaca tu también!. Señoras agarren a sus hijos y muévanlo. Todavía tenemos que hacer pipí. Empezamos a considerar retroceder y dar una vuelta mucho más larga para llegar al Lodge a almorzar. “Uhm. Guys, huge male ellie coming towards us”. Las cosas se acaban de complicar más. “Shit, he´s in musth”. Mierda, estamos jodidos. “Musth” es una condición periódica de los elefantes machos de una cierta edad (y por lo tanto cierto tamaño). Podría interpretarse como algo así como la regla masculina elefantoide. Durante 2-3 meses al año los machos de una cierta edad producen una cantidad importante de testosterona que comporta cambios físicos y temperamentales. El elefante de colmillos enorme que se nos acercaba era un perfecto ejemplo: secreciones de las glándulas temporales (entre ojos y oídos), check, un rastro “líquido” (orina/pipí) que huele horrible y que le moja las patas traseras, check.
La característica principal de estos chicos: continuo estado impredecible de agresividad. Son tan agresivos que machos que no están en musth prefieren pasar desapercibidos y mostrar un comportamiento sumiso. Imagínense una gandola, con personalidad propia, capaz de voltear el carro en el que estás sentado y de matarte a ti y a tus 3 compañeros. Claro que exagero pero no por ello es una posibilidad menos latente. Gracias a la fuerza del pensamiento común –estoy segura- el elefante decidió no seguir por nuestro camino y cruzó a la derecha, poniendo una fila de flacos tambotis (árboles) entre nosotros. Por lo que pareció una eternidad el elefante nos observó del otro lado de los tambotis, mientras nosotros los veíamos de vuelta, mudos, no queriendo pensar en lo peor. En un segundo “me cayó la teja” de la situación extremadamente peligrosa en la que estábamos. No tenemos ruta de escape definida si éste tipo decide que le caemos mal.
Finalmente el elefante se cansó
y decidió que había una chica que le llamaba más la atención. Retrocedimos un
poco más para poner más distancia entre nosotros y sus hormonas. El elefante se da media
vuelta y se va. Respiramos. Estoy temblando. Estamos todos temblando. Empiezan
las bromas para liberar la tensión. Todos queremos creer que todo estuvo siempre bajo control, la verdad es que estoy segura que todos nos dimos cuenta
del gran error que cometimos al dejarnos atrapar en el medio de una manada de
elefantes. Esto fue exactamente lo que nos advirtió Sly. Hay que esperar siempre cuando te tropiezas una manada porque
detrás de la manda siempre vienen los machos violadores. Estoy en pánico. Qué
tontos fuimos.
Cuando finalmente retrocedemos y creemos que no hay más elefantes David y yo nos bajamos del carro y corremos en direcciones opuestas. Al menos hora y media aguantando las ganas. “Dont go far from the car Allie”. No mi amor, ustedes tranquilos que yo no voy pa’ ninguna parte. “Don’t look at the back of the car”. En las ironías de la vida, cuando finalmente estoy haciendo pipi (yo advertí que esto no era glamoroso) sucede:
“Allie…… uhm… You might wanna hurry” - dicen Ian y David.
“Why?” (cómo si uno pudiera apresurar
estos procesos).
“Well. There’s another big a male ellie to your right. Just hurry”.
“¿!QUÉ?!” A
50metros de mí hay otro macho enorme, menos mal no en musth. "Ah pues y ahora me ve". ¡¿Es que no se
puede hacer pipí en paz en la sabana?!. Esto es un chiste. Búfalos, elefantas,
elefante asesino y ahora ¡¿esto?!. Wow. "Mira tú, quédate allá que no tengo tiempo pa' esto ahora" fue todo lo que me salió del alma.
Cuando le conté mi anécdota a
Claudia me dijo que en Caracas a ella le pasa eso todos los días, pero que el
elefante es su amigo y él se tapa los ojos para no ser maleducado.
Yo creo que
debería pedirle lo mismo al mío, después de todo creo que es un mínimo de
educación de la sabana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario