En una mañana de invierno,
cuando hace tanto frío que dos pares de guantes no son suficientes, los leones
nos agraciaron con su presencia nuevamente. Durante días habíamos visto una
manada de más o menos 500 búfalos alrededor del río Sabi.
Los observamos desde las
alturas. Yo miro a mi alrededor. Aquí hay mucho búfalo, si estos leones
empiezan a cazar y ellos me chocan, nos jodimos. Mi tracker me mira. “Ponte
ahí”. “No porque si vienen de por allá
no tengo a donde ir”. “Ya vuelvo, voy a irme al otro lado a ver si siguieron de
largo” me dice Benry. “Ok, yo me quedo aquí”. Dos minutos después: caos.
Una leona llega corriendo. Los
búfalos salen corriendo en todas direcciones. Shit, shit shit. Hay más leones
del otro lado. Los búfalos no los vieron. Corren hacia ellos. No los veo. “¿A
dónde van?. ¿A dónde?”.
“Benry come back, they’ve
crossed the dip”.
Benry vuelve y cruza hacia el
otro lado. Va rápido buscando a los leones que corren. Tipico. Todos los
rangers hombres siempre me quieren joder y agarrarse toda la gloria. El va cómo
el viento. Yo oigo rugidos. Apago mi carro. “Benry come back, they’ve caught
something. Directly north from the larg Kigelia”. Le doy la vuelta al árbol.
¡Ahí están!. Nueve leones encima de un búfalo joven, tratan de despedazarlo,
todos gruñen, nadie quiere dejar de morder, no vaya a ser que se queden sin.
Los ánimos se calman. El olor a sangre caliente es inconfundible.
“I see another madoda, he’s
coming” – dice Noel, mi tracker.
“What? No ways.”
Me volteo. Noel tiene razón. Me
acomodo, sé que lo que estoy por ver es probable que sea el sighting más
arrecho que jamás tenga.
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