viernes, 1 de marzo de 2013

Kwela Kwela

Después de la euforia que produjo en mi corazón ver una bola de pelos con manchas, llamada cachorro de leopardo, el universo tenía que volver a tener un balance, devolviendo mi relación con los leopardos a su habitual estado de amor-odio. Más inclinado al odio para ciertos individuos.

Entre los leopardos que vemos de manera más o menos regular, hay otra chica hermosa llamada Kwela Kwela. Su nombre significa “climb climb”, por su hábito de encaramarse en los árboles cuando se ladilla de ser el centro de atención. El nombre no es lo máximo en mi opinión y es quizás por eso que no es tan,tan simpática. Algún día me gustaría preguntarle. A pesar de que ella también es una leopardo que te hace la vida “sencilla”, mi relación con ella no es la mejor y yo, sinceramente, creo que es culpa de ella. Me explico mejor. Kwela Kwela vive en un área, en la propiedad de al lado, que es famosa por ser mi némesis y hacerme quedar en ridículo. No basta con que hayan caminos con unas 15 intersecciones, si no que además hay unos 300 atajos entre todos los caminos, intersecciones y más caminos.

Kwela Kwela vive en el triángulo de las Bermudas.

La primera vez que la vi fue durante mi primera semana como ranger. Necesitaba con desesperación conseguir un leopardo para una pareja de recién casados que habían venido por 5 noches. Esa misma mañana se iban y nada de leopardos por ningún lado. Finalmente tuve que ahombrarme a hacer lo inevitable: ir a la propiedad de al lado y rogar tropezarme con alguno. Finalmente apareció uno y tuve la buena suerte de ponerme en standby. Cuando mi chance de llegar a verla ocurrió, Juice –el tracker- y yo, nos dimos cuenta de la cruda verdad: estábamos perdidos. Anuncie en el radio que “I took the wrong turn”, así que si alguien mas quería ir a verla, podían ir delante mío. Nadie más quería verla. Finalmente, unos 45 minutos más tarde, llegué al sitio. Por pura suerte porque no tenía ni idea de donde estaba. Después de todo lo que había pasado, me quedé con ella un buen rato. Mis huéspedes estaban en las nubes porque además posó hermosamente. Creo que si no lo hubieran estado, yo hubiera estado bien dispuesta a insultarlos, toda la humillación que paso no es jamás de gratis, jamás. Ese día además, Kwela Kwela fue súper simpática y nos mostró cómo caza un leopardo. Entre mis huéspedes, habían algunos que, a pesar de estar repitiendo la experiencia del safari en África por 25ª vez, nunca habían visto nada comerse a nada. Era esa época del año en la que los impalitas están a la orden del día y carne tierna fue lo que Kwela Kwela prefirió del menú. Listo. Huéspedes contentos, mi vida continua.

Semanas después, un poco más valiente, dejé que Patrick – otro tracker- dictara el curso de nuestro safari, pues total yo no estaba preocupada buscando nada. A veces me doy el lujo de pasear y ver qué consigo sin tener que estar obsesionada con nada, todo fluye y funciona. Finalmente llegamos a  una intersección.. hay huellas frescas de leopardo. Procedemos a seguir, a ver qué conseguimos. Allí está ella nuevamente. En medio de un área abierta, viendo unos impalas en la lejanía, ocultándose detrás de su perfecto camuflaje. “Patrick, what’s the name of this road?” “I don’t know”. Buena vaina. De acuerdo al protocolo, si consigues alguno de los 5 grandes tienes que avisar por el radio, so pena de meterte en un peo si alguien te cacha. Yo, con mi suerte, consiguí un leopardo en un camino que no está en mi mapa. Llamó a Jack en el canal privado. “Jack, I’ve got a leopard here. Don’t know where I am. Do you have a road that goes north on toulon Access?”. “No Ale, there’s no road there” “I’m tellling you there’s one, and I’m there”. Jack se ríe, no hay esperanza. Ésta tampoco es su área. ¡¿Quién consigue a un animal en un camino que no existe?!.  Me siento Alicia en el país de las maravillas. Llamó al Head Ranger de al lado por el canal privado. Le digo donde estoy. Su respuesta es “Oh, that’s a new road, it’s not on the map”. NO-JODA. Un poco de ayuda divina vendría bien. Bermudas 15, Ale -10.


Un par de semanas después, durante la época de las inundaciones, decidí aventurarme  de nuevo por el área. Sintiéndome mejor con los caminos principales, pensé que no podía ser tan grave. Después de ver unos leones (para los que me perdí llegando), respondí – por presión de Eddie, el tracker- a una leopardo. Para mi sorpresa, era Kwela Kwela nuevamente. Alarmas tuvieron que sonar en mi cabeza, presagio de que ver a dicha gata siempre terminaba mal para mí.  Deseché el pensamiento porque como dice mi Tía, hay que ser positivos.

¿Mencioné que había llovido sin parar durante días? Cediendo a la presión del tracker, fui a ver a la gata. Pero claro, como todos los pensamientos positivos forzados, la cosa no terminó bien. Me quedé pegada, luego de que mi carro se hundiera en el barro, al lado de Kwela Kwela. La situación era absurda. No podía hacer nada porque desde el ángulo en donde estaba, no podía ver si ella seguía allí y, bajarme para ver qué tan grave era la situación, no era la mejor opción dada la presencia de un animal salvaje. Más irónico aún fue que el ranger que la vio antes que yo, también se había quedado pegado. No podíamos pedir ayuda, ni ayudarnos porque ella estaba ahí. La tragicomedia de mi vida con Kwela Kwela, alcanzó un estado épico de absurdidad. Finalmente, como a la hora, vimos pasar una hiena por donde ella estaba. Listo, ella ya no puede estar aquí. A trabajar pa’ sacar este carro de aquí se ha dicho. Claro, para continuar con las leyes de Murpy, yo estaba en chores y solo habían árboles y matas con espinas. Me quedé pegada al lado de un leopardo. La tortura y las burlas duraron días, porque además, por las cortadas y rasguños en mis piernas, parecía que ella y yo habíamos tenido un encuentro cercano, y yo, claramente, había perdido.

 El epítome con Kwela Kwela ocurrió más recientemente. Fue tan vergonzoso que no me he atrevido a socializar con los rangers de ese lado, ni a volver a buscar leopardos de ese lado. Una tarde de poca importancia, decidí ir con mi mapa a explorar el triángulo de las Bermudas con unas huéspedes que realmente me importaban un bledo. Como me importaban tan poco pensé que era una buena tarde para tratar de aprenderme las intersecciones y los caminos en esa zona, para no quedar siempre en ridículo. Mi papá siempre dice “ayúdate para que Dios te ayude” y ese mismo pretendía hacer yo. Pues no, el universo tenia otros planes para mi reputación. Paseando por el triángulo de las Bermudas, parándome en cada intersección para ver mi mapa, conseguimos un leopardo en un árbol. Claro está que lo conseguimos cuando me distraje y no vi el mapa. Coño, otra vez no sé donde estamos.  Million – otro tracker- tampoco sabe donde estamos. Coño. Pensé en no decirle a nadie, basta de hacer el ridículo. Escucho un carro cerca. Mejor lo pido ayuda, no vaya a ser que después sea peor. Llamo a un amigo en el canal privado. “Tengo un leopardo, está aquí, no se donde estoy, ayuda”. Básicamente ese fue mi mensaje. Poco me imagine yo que el iba a publicar en el radio 30 segundos después que había conseguido un leopardo en un árbol. Pero digo yo, si te llame en el canal privado para pedirte ayuda ¿no es obvio que quería esperar antes de anunciar el bendito animal y qué el caos se desatara? Pues no. Hay gente que no puede escuchar la palabra leopardo porque colapsa. Después de decidir dejar al animal- y ver al universo burlándose de mí en la cara de relax total de Kwela Kwela, fui a buscar a los otros rangers para que vinieran a verme. Con el rabo entre las patas me disculpé con todos por el radio y me fui. Al día siguiente Jono me arrastró a enseñarme los caminos del triángulo. A pesar de que los entiendo mejor ahora y creo que me los sé, el sólo pensar en mi último suceso hace que me dé gastritis. Es absurdo que todas estas cosas me hayan pasado viendo al mismo animal. Me da ganas de esconderme y no salir más. Me encantaría pensar que Kwela Kwela y yo tenemos algún tipo de conexión porque siempre nos encontramos, pero yo creo que la única conexión es que ella tiene ganas de joder. Siempre que la veo ó me pierdo, ó ya estoy perdida. Quizás con ella sea verdad eso de “hay que dejarse perder para encontrarse”. 

A mí sólo me gustaría que no fuera tan vergonzoso. Digo, las primeras 3 veces fueron suficientes.



Feliz San Valentin.



Mis papás se casaron el 14 de Febrero. Si alguien conoce a mis papás sabe que es la ironía más grande del mundo, debido a famosasu indiferencia a todo día importante en la cultura social. Debo decir que ésta indiferencia es un rasgo familiar transmitido de generación en generación. Por regla general y debido a mi corta experiencia de vida, el día de San Valentin es una fecha de esas que ó se me olvida (causando peleas con novios pasados) ó, es una fecha que tiende a decepcionarme debido a la presión social. Si uno necesita un día universal para demostrar amor y amistad, hay muchas cosas mal en tu vida. Lo siento. Un “feliz día del amor y la amistad” no causa sino arrechera cuando viene de alguien que durante todo el año no se digna a darte la hora del día.

Éste día de San Valentín sin embargo, comenzó como debía: sin expectativas. En una de esas mañanas de trabajo, en la continua lucha por encontrar leopardos, decidí “responder” a un sighting. Eso básicamente quiere decir que alguien más se topa o encuentra al animal, y en una misión de coordinación digna de los marines (a veces), eres bienvenido a ir a ver dicho animal. Generalmente cuando alguien encuentra un leopardo es caos. La situación más o menos ocurre así:
-“Stations I’ve got an  ingwe (leopardo en shangaan) on Kingsway, static on the Eastern side of the road”.
-“Copy that, can I come and join you there?” – dice el que más rápido agarra el radio y que está más cera.
“Make your way” – responde el que lo encontró.

Después de eso empieza el caos. Sólo 2 vehículos pueden ver al animal al mismo tiempo por lo que empieza la “cola” ó, en la jerga del radio, standby 1,2 y 3. Cuando hay 3 en standby eso quiere decir que hay “full rotation” (cosa que ocurre cuando lo que encontraste es muy bueno ó cuando hay una falta de leopardos). Sólo te puedes poner en cola otra vez después que se van liberando los standbys. Responder a un sighting no quiere decir que cuando te pones en cola puedes ir a verlo en los próximos 5 minutos, dependiendo de cuando respondes y quien tienes por delante el asunto puede tomar bastante tiempo. 

En una mañana común, yo respondí a un leopardo. Mejor dicho, a una leoparda. Dicha señorita es conocida como Scotia, llamada así por el lugar en donde la encontraron por primera vez. Scotia es una de las leopardo que está en el top 3 (posición debatible porque creo que es la única que me cae bien). Es extremadamente relajada con los vehículos, no da problemas, es bonita y en general es un placer verla. No te hace la vida difícil porque en términos humanos, es bien pana. Los últimos meses de la vida de Scotia, ha habido señales de que Scotia ya no es chiquita y es mamá. Siendo una chica tan fenomenal, la expectativa de ver a su primer cachorro es altísima. Para nosotros eso es como el evento del año. Más que los oscars, hacer cola para el nuevo iphone o ir a ver el hobbit. Ver un cachorro de leopardo está en el top 3 de cosas que un ranger puede querer ver en su vida (hasta los que son como yo que prefieren a los rinocerontes). Si ya a los adultos es un peo encontrarlos, imagínense lo que es conseguir a un cachorro que para asegurarse de poder sobrevivir, tiene que estar escondido todo el día.  Ese día, después de unos 25 minutos en standby, me llaman a ir a verla. Aleluya. Cuando llego al sitio la muy pajua acababa de meterse al monte. El ranger que la encontró – de esas personalidades medio difíciles- fue más o menos forzado a irse después de haber pasado casi 40 minutos con ella. Hay gente que no sabe compartir a los gatos. Cuando el se va, Jono me indica el lugar en donde se metió. Imposible seguirla con el carro. Cuando el otro carro se va, Jono me dice: “she went in there, she was making contact calls”. Todas las alarmas en mi cabeza empiezar a sonar. Contact calls equivale a mamá llamando a bebé. 

El cachorro tiene que estar escondido ahí. A juro. Dividimos fuerzas, yo voy a esperar al fondo de la colina por donde ella entró y Jono va a subir al tope a ver si la ve de ahí. Después de 5 minutos estoy ladillada, se me olvida el cachorro. Sólo quiero que salga para que mis clientes la vean y yo no tener que preocuparme más por conseguir leopardos los próximos 3 días.  Después de todo, los leopardos me odian.

“Ale, go channel 3” (canal privado del radio, usado para conversaciones más largas)
“Go ahead”
“Ale she’s here, and she´s got the manpinpan” – dice Jono con la voz que le tiembla.
“No ways!” – gritos de emoción total en mi cabeza.
“Just give me 10 more minutes and I’ll leave her to you”.

En ese momento le digo a mis huéspedes que por los próximos 10 minutos sólo íbamos a esperar porque a pesar de que existía la posibilidad de que ella decidiera irse, éste era nuestro mejor chance en la vida –literalmente- para poder ver a un cachorro de leopardo, hijo de la mamá mas cool de la zona. Yo no pretendía moverme. Aquí que me quedo. Diez minutos después Jono me llama por el radio, sube a la colina, te lo dejo a ti. Siendo un animal tan pequeño, el protocolo indica además que para no estresar al cachorro ni a la mamá, sólo un vehículo puede ver al enano a la vez. Mi corazón empezó a latir a 834589435, ante la expectativa de tener todo eso para mí sola. Bueno, y mis huéspedes, pero bien poco me importaban ellos en ese momento. 

Hay regalos que el universo manda que son pa’ uno nada más.

Cuando subí al tope de la colina el cachorro se escondía. Luego de un par de minutos decidió que el hambre podía más y hasta se caló el baño de la mamá. Minutos después Scotia y el cachorro se metieron mas al monte y fue imposible verlos. Yo decidí retroceder hasta el camino y esperar ahí a ver si salían. Si ella lo llevaba hasta allí, eso habría sido el súper bono extra. No sólo lo hizo, si no que además, siendo tan simpática como es, ella se acostó a unos 10metros de la land rover y ahí se acostó, como si nada. Creo que nunca en mi vida me ha costado tanto controlarme para parecer “profesional”. 
De repente, gracias al celular de unas de mis huéspedes mongólicas, el cachorro se metió pal monte. Yo seguí esperando viendo a ver que hacia ella, quien no estaba ni remotamente preocupada.  Scotia se paró y fue al monte a llamar al enano y volvió a acostarse, pocos minutos después el enano volvió a aparecer, siempre viéndonos de reojo, un poco preocupado. Yo, en toda mi empatía imaginaria, sentí que ella me estaba presentando al cachorro oficialmente. Ella, una leopardo, me estaba dejando ver a su posesión más valiosa: su primer cachorro.  Sé que es difícil de explicar y probablemente crean que estoy loca, pero yo creo que Scotia sabe que me cae bien y yo le caigo bien. Y en ese día de San Valentín, ella decidió honrarme con presentarme a su bola de pelo. Nada mal ¿no?. Finalmente, cansada de ese sitio, Scotia se encaminó a un pozo de agua cercano, con el cachorro corriéndole y saltándole a los talones, volteando de vez en cuando a vernos y decirle a su mamá que “hay una roca gigante que nos sigue”. Cuando se echó en un nuevo sitio, decidí que había sido perfecto y le di chance a alguien más de venir a verlos. Yo ya tenia una sonrisa garantizada en la cara por el resto de la semana. La felicidad, hay que compartirla.

De vuelta en la oficina una de las chicas empieza a molestar a Jono, pues yo, obviamente no había llegado aún de mi safari.

“So, Jono where’s Ale? What did you do to her?"
“I gave her the best Valentine’s gift ever”
“Oh yeah? What’s that?” – dijo en tono burlón la chica tonta.
“A leopard cub sighting”. Indeed, qué regalo fue.

Al llegar a la oficina esa mañana y decir “good morning”, 3 de mis amigos saltaron inmediatamente. “Come on, don’t come in here pretending nothing’s happened. We want to see the pictures now!”. Yo me reí y entregué mi cámara a los ojos curiosos, la emoción generalizada llenó todos los rincones de esa oficina. “Too much, it’s too much”.  No hay corazón que no pueda enternecerse a la visión de un cachorro.

A veces, sólo a veces, por esos motivos sin explicación, el mejor regalo te lo da alguien quien tuvo ayuda inesperada del universo. Yo.. bueno, yo tengo las fotos para probarlo. Los leopardos y yo tendremos siempre una relación de amor y odio, pero la esperada bola de pelo hizo que se me encogiera el corazón y –cómo dicen en inglés- made me feel all warm and fuzzy inside, sentimiento apropiado considerado que en mi corazón no cabía más amor éste día de San Valentín.

Gracias universo, gracias. Fue perfecto.